Como en la canción de Mecano, un año más

Las emisiones de CO2 también continuaron creciendo en 2023

Las emisiones de CO2 también continuaron creciendo en 2023 / Efe

Jorge Olcina

Cuando uno analiza, cada año por estas fechas, los valores de concentración de CO2 en la atmósfera terrestre y comprueba, con preocupación, que cada vez son más elevados y que no conseguimos frenar las emisiones antrópicas de este gas de efecto invernadero, cae en el pesimismo del que sabe que el proceso de calentamiento climático que registramos no tiene, de momento, solución. Ya vamos por 425 partes por millón en volumen. Ante esto, uno reacciona con rabia a comentarios de la doctrina negacionista que, por ignorancia o por desprecio a la ciencia, siguen afirmando que el ser humano no tiene nada que ver en todo esto. Hace unos días en una conferencia sobre esta cuestión, un asistente me dijo, con convencimiento, que cambios climáticos ha habido siempre y por tanto no hay porque preocuparse. Y que si no llueve en algunas zonas de España es porque ya no hay árboles como los había antaño. Ahí queda eso. Manda huevos. Ni un argumento ni otro son ciertos. Son sofismas que se asumen para mera complacencia de los consumidores de estas ideas. Y en este equipo confluyen partidos políticos, agentes sociales, ciudadanos de a pie e, incluso, algunos académicos. No quiero ser pesado, ni repetir ideas que venimos publicando en los últimos tiempos en esta columna de opinión. Empiezo a estar cansado, incluso, de tener que dar constantemente explicaciones de lo evidente. El balance energético de nuestro planeta está alterado, por efecto del ser humano. El clima terrestre ha dejado de funcionar solo por causas naturales. Y el efecto de ello se manifiesta en cambios en los elementos climáticos y en la dinámica atmosférica. ¿tan difícil es de entender esta evidencia científica? Y no debemos caer tampoco en el extremismo climático del otro lado. Los datos son los únicos que deben hablar. Y de momento su mensaje no es optimista.