Las 'alfàbegues' coronan el cielo de Bétera bajo 12 toneladas de confeti
Las plantas han alcanzado una altura máxima de 3,17 metros a sólo siete del récord marcado el año pasado
La Rodà es el reflejo de una tradición que se remonta a más de 800 años
Bajo una cortina de confeti multicolor, las alfàbegues han desfilado por las calles de Bétera, llenándolas con el aroma de albahaca en la tradicional Rodà, en un ambiente completamente festivo. Las risas, la alegría, los cánticos y el jaleo del público han marcado el desfile de las 16 alfàbegues, algunas de ellas con más de tres metros de altura. Con ellas, las dos obreras fadrines, Aina Mollà y Paula Ros, han ofrendado a la Virgen de Agosto en uno de esos días que recordarán para siempre; sus ojos no transmitían más que emoción. Bétera cumple así con una de sus tradiciones más arraigadas, puesto que el culto y cultivo de las 'alfàbegues' se remonta a más de 800 años.
La fiesta se precia de preservar sus simbolismos; tiene varios. Los cosieters, los portadores de las alfàbegues con sus tradicionales camisas floreadas, a juego con el vestido de valenciana de su obrera. Son amigos, familiares o hasta los propios vecinos de la calle. El confeti -se han tirado hasta 12 toneladas de papelitos colores- que se lanza para evitar que nadie brille más que las obreras, así lo dicta la tradición. El paraguas para proteger a las obreras del sol, portado por su acompañante, aunque las jóvenes estaban rodeadas de varios abanicos para ofrecerles aire en la calorosa mañana de hoy; hasta la alcaldesa, Mª Elia Verdevío, abanicaba a una de las obreras. Y la tradicional "volteta" -pedida a gritos por el público cada pocos metros- con la que la obrera realiza un giro de 360 grados para que el público pueda contemplar "la belleza de su indumentaría", explicaba la alcaldesa- y hasta los zapatos; algunas de ellas "llevan incluso sus iniciales bordadas".
La Rodà es un "día mágico, donde los sentimientos están a flor de piel", relataba Verdevío minutos antes de comenzar el desfile. Según ella, se combina la tradición de la indumentaria valenciana, el simbolismo de las obreras y mayorales, la pólvora, la dansà de Bétera "muy particular" y, sobre todo, la idiosincrasia agrícola del pueblo de Bétera a través de las alfàbegues: "Son la mejor representación de nuestra historia y de los que somos como ciudad", expresaba la primer edil.
Mª Elia Verdevía y el resto de autoridades de Bétera han estado acompañados, entre otros, del alcalde de Vilamarxant, Héctro Troyano; y del director general de Diversidad de la Generalitat Valenciana, Stephane Soriano.
"Pienso repetir todos los años"
Todos estos elementos convierten al festejo en una fiesta para sus participantes y, también, para el público asistente que ha llenado las calles de Bétera durante todo el recorrido. Centenares de personas se congregaban a las puertas del huerto de las 'alfàbegues', punto de inicio del desfile, para contemplar la salida de las esbeltas plantas y las obreras. En primera fila, "por supuesto", estaba Pepa, vecina de la localidad, quien se acerca cada año a este punto porque es "el momento más bonito"; lo asegura una fan de la fiesta de las alfàbegues.Justo a su lado, Susi no dejaba de hacer fotos con el teléfono móvil. Es vecina de València y disfrutaba del festejo por primera vez. "He venido porque tengo amigas de Bétera y me han animado a venir", nos contaba a Levante-EMV. Repetirá porque se ha ido "emocionada por la cantidad de gente y lo artística que es la fiesta".
A siete centímetros de superar el récord
No es para menos. Las 'alfàbegues' son, cuanto menos, imponentes. Este año, por segunda vez consecutiva, algunas de ellas han superado los tres metros. La más alta ha medido 3,17 metros, a sólo siete centímetros del hito conseguido el año pasado, cuando se alcanzó una altura récord de 3,24 metros de alto. Su cuidador, el 'alfabeguer' Ramón Asensi, está muy satisfecho por haber superado la marca de los tres metros -impensable hasta hace unos años- por segundo año consecutivo. Podrían haber ganado algún centímetro, pero el "calor sofocante" de estas últimas semanas ha afectado a su desarrollo, a pesar "de ser unas plantas a las que les gusta el calor"; su orígen es, de hecho, tropical.
No le preocupa para nada; el anterior récord costó una década batirlo. Eso sí, como cada año, ya está pensando en qué hacer "para mejorar las condiciones y el hábitat" en el que crecen las alfàbegues. En marzo, plantará de nuevo para la Rodà del 2024, como lleva haciendo desde hace 25 años, cuando tomó el testigo de Manolo “El Morquero”.
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