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Crisis en el campo

El bajón de ventas y precios hunde a los productores de fruta dulce de la Vall d'Albaida

El desánimo se extiende en las cooperativas por la falta de pedidos y los desequilibrios del mercado, que han echado por tierra el aumento de producción

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Campaña de la fruta de verano en la Vall d'Albaida

La cosecha se ha incrementado notablemente respecto al año pasado, pero entre los productores de la Vall d'Albaida vuelve a cundir el desánimo. La campaña de la fruta dulce transcurre en las cooperativas de esta comarca -buque insignia del sector- en medio de un pesimismo fraguado por el aumento de los desequilibrios del mercado: el desplome de las cotizaciones percibidas en el campo (un 50% más bajas que en 2018) se suma al frenazo del consumo y a la baja demanda originada en parte por los altos precios fijados en los puntos de venta para las variedades más tempranas.

«Tenemos la fruta ahí, pero no hay pedidos. Los precios están muy baratos y el consumo del melocotón, parado», resume Simón Copoví, gerente de la cooperativa Camp Llutxent-Otos. «Cuesta mucho dar salida al producto. Entran diez kilos y sale uno», abunda el directivo, con la esperanza de que, en unos días, dé alguna alegría el mercado alemán en cuanto a pedidos de albaricoques, para «hablar de algo positivo».

«Falta ver cómo evoluciona la respuesta de los mercados, pero en estos momentos arrastramos un inicio de campaña muy malo», coincide Alejandro Molina, presidente de Cofrudeca. «Llevamos varios años así. Como no haya un cambio a nivel comercial, sobre todo en lo que se refiere a los precios, se dará un mayor incremento del abandono de cultivos», advierte Molina, que confía en que la demanda se recupere como consecuencia del repunte de las temperaturas en Europa (que estimula el consumo) y por el mayor grado de madurez de las variedades comercializadas, que han ganado consistencia y sabor respecto a las más tempranas, influidas por las abundantes precipitaciones del mes de abril. «Hay problemas con los albaricoques tempranos porque les falta color y sabor; estamos comenzado con otros más maduros que tienen mejor respuesta» por parte de las grandes cadenas, comparte en ese sentido Copoví.

En Cofrudeca calculan un incremento del 40% en la producción de ciruelo y de un 20% en el albaricoque respecto al año pasado, gracias en buena medida a la ausencia de heladas y a las precipitaciones de los últimos meses, que han ensanchado el calibre de algunas variedades. La cooperativa de Bèlgida también contabiliza un repunte del 20% en la producción agrícola. Pero el frenazo general de la demanda está llevando a algunos agricultores de la Vall d'Albaida a abandonar sus cultivos o incluso a arrancar los árboles debido a la falta de rentabilidad, siguiendo los pasos de los citricultores. «Hay muchos más kilos que el año pasado, pero en el campo tampoco se hacen tratos», observa Simón Copoví. «El problema son los precios y el consumo», sentencia el gerente de Camp Llutxent-Otos, que enmarca el estancamiento de la fruta estival dentro de una crisis agrícola sin precedentes, tras la campaña citrícola «más nefasta que se recuerda».

Domingo García Canet, técnico agrícola en Cofrudeca, productor y responsable sectorial de fruta dulce en La Unió de Llauradors, se muestra igual de crítico y contundente en sus valoraciones. «Algo funciona mal en el sistema. Es exagerada la diferencia entre lo que recibe el productor y la venta al público. No puede ser que el productor reciba menos del precio del coste y luego vayas a comprar a cualquier sitio y la fruta esté tan cara que la gente no la puede comprar», lamenta García. «Con este desequilibrio el productor no puede subsistir. Si no se hace algo para remediarlo, cada vez habrá más parcelas abandonadas y nadie se quedará a trabajar el campo».

Diferencias abismales de precio

Aunque nadie tiene la fórmula mágica, el técnico agrícola incide en que los precios actualmente «no guardan relación entre oferta y demanda». De media, el productor de melocotón percibe entre 35 y 40 céntimos por kilos, cuando en los supermercados el mismo producto cuesta ocho veces más y supera los 3 euros. «La administración pública debería regular esta situación», incide Garía Canet, que sugiere la necesidad de un observatorio de precios para clarificar abusos o la opción de instaurar un doble etiquetaje para «que el consumidor sepa lo que cobra el productor». Además, mucha fruta que no alcanza el estándar de calidad se ha desecha y ha acabado en el suelo en campos de la Vall. «No es un problema exclusivo del sector de fruta dulce. Es el sistema el que falla», zanja el especialista.

Paco Benavent, otro productor de Bèlgida directivo de La Unió, ve necesarias medidas urgentes para proteger al agricultor «como eslabón más débil de la cadena». Otro problema es el exceso de oferta de algunas variedades tempranas de albaricoque y otras frutas cuya producción se disparó por la alta rentabilidad que ofrecían hace unos años, lo que ha acabado por hundir los precios. Ahora quienes apuestan por un cambio hacia variedades más tardías se enfrentan a un incremento considerable de los costes de producción. «La solución no es sencilla y nadie la sabe», apunta Benavent.

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