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Arcas vacías

Pueblo pequeño, deuda colosal

La nueva corporación independiente de Torrella ha de lidiar con un pasivo de 2.500 euros por habitante que triplica el presupuesto

El alcalde, segundo por la izquierda, junto a los otros cuatro concejales independientes de Torrella.

La última estadística oficial del Ministerio de Hacienda sitúa en alrededor de 350.000 euros la deuda bancaria del Ayuntamiento de Torrella. Aunque la cifra puede parecer baja, para una localidad con un censo de habitantes equivalente al de una comunidad de vecinos de València representa una losa muy pesada que lastra la gestión diaria. No en vano, Torrella debe casi el triple de lo que recauda en un año (120.000 euros) y en 2018 dedicó prácticamente la mitad del presupuesto a gastos financieros, la partida que más fondos absorbe en las cuentas. Si la cuantía pendiente de pago se repartiera a escote entre su censo de 123 habitantes, cada vecino saldría a unos 2.500 euros.

Con este contexto tan poco halagüeño como telón de fondo, las urnas han propiciado un cambio en el consistorio, cuyas riendas han sido asumidas por primera vez por la Agrupación Independiente de Torrella (AITOR) después de 16 años de gobiernos socialistas. «La situación económico-financiera es de quiebra total. Sabíamos que era un riesgo presentarnos y afrontar lo que nos espera, pero visto el panorama decidimos dar el paso adelante», mantiene el alcalde que tomó posesión hace una semana, José Vicente Segarra.

Todas las esperanzas de la nueva corporación están depositadas en que la Generalitat y el Ministerio de Hacienda respondan a los llamamientos de auxilio y se autorice una refinanciación de la deuda que destense un poco la soga que oprime las finanzas locales. En los últimos compases de la pasada legislatura, el ayuntamiento se adhirió a los decretos de la Generalitat para municipios en situación de riesgo financiero. Torrella ha tenido que poner en marcha un plan económico tras recibir un requerimiento de Hacienda, puesto que ni cumplía la regla de gasto ni la de estabilidad presupuestaria. El plazo de pago a proveedores, además, alcanza los 90 días en el municipio, el triple de lo que establece la ley. «Estamos intervenidos, la deuda se nos come los recursos y no podemos subir más los impuestos porque estamos a tope: lo único que nos queda es esperar a que nos refinancien la deuda para poder respirar un poco», observa Segarra. El pasivo, cuyo origen está en el Plan Montoro de pago a provedores de 2012, que afloró facturas por casi medio millón de euros en Torrella, genera dificultades a la hora de contratar y agudiza los problemas por falta de medios que ya de por sí arrastra el consistorio. «Vivimos casi exclusivamente de las subvenciones al 100% de la diputación (a coste cero para el pueblo). En la pasada legislatura perdimos alguna ayuda por no poder pagar la Seguridad Social de los trabajadores».

AITOR barrió en las elecciones frente a un PP y un PSPV plagados de cuneros en sus listas. Los independientes obtuvieron el 26M el 86,96% de los sufragios válidos y cinco concejales de cinco posibles. Populares y socialistas apenas sumaron 12 papeletas. «Éramos la única lista con representantes del pueblo», subraya Segarra, que, lejos de sacar pecho, pone la victoria en contexto. «Hemos estado 8 años en la oposición, no hemos querido afiliarnos a ningún partido, sino mantenernos fieles a nuestras ideas y a nuestro espíritu y, a partir de ahí, comenzamos a trabajar mirando por el pueblo», sostiene.

Cooperación entre pueblos

Con la espada de Damocles de la deuda a cuestas, Segarra apuesta por dar la máxima información a los vecinos, a quienes pide «paciencia y comprensión». La segunda pata de la gestión será la cooperación con los pueblos vecinos que conforman la «subcomarca» de la Costera de Ranes. Segarra apela a los lazos históricos que unen a Torrella con Llanera o Cerdà para ahondar en la necesidad de seguir ampliando los servicios mancomunados, como las pistas deportivas, para optimizar los gastos.

La agrupación independiente marca una cuestión prioritaria la armonización de las calles de la parte antigua de Torrella, donde se pretenden evitar elementos modernistas que han ido asentándose en los últimos años y que desentonan con el ambiente. Otro reto es la mejora de la accesibilidad, con intervenciones en aceras y la supresión de barreras arquitectónicas para hacer el pueblo «más transitable para la gente mayor».

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