Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

(Des) memoria histórica

la Ley 52/2007, de 26 de diciembre, reconoce y amplía derechos y establece medidas a favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura». Conocida popularmente como Ley de Memoria Histórica, sirva la anterior introducción de su articulado para señalar, de entrada, que ha venido siendo sistemáticamente ignorada por los gobiernos del PP per tot arreu. Sigue en vigor, huelga decirlo, ya que aún se acrecienta su necesaria aplicación y desarrollo pese a los palos en las ruedas que el trío de las derechas ya se apresta a poner en aquellas administraciones donde suman para mandar.

No es el caso de Ontinyent, donde los distintos y últimos gobiernos que presidió el actual alcalde, Jorge Rodríguez, catapultaron el trabajo altruista que hicieron, y continúan realizando, diversos historiadores ontinyentins. Quizá el caso más aclamado fuese el documental Les mamàs belgues, rodado a partir de los trabajos de investigación histórica del ontinyentí Joan J. Torró bajo la dirección de un entusiasta belga del tema. Gira sobre el hospital militar que se habilitó en el convento de los franciscanos ontinyentí; el mismo que acogió a numerosos heridos, procedentes del criminal bombardeo de la estación de Xàtiva perpetrado por la aviación que apoyó el golpe militar que encabezaba Franco, y que ocasionó 150 muertos. El documental tuvo una gran acogida y recibió diversos premios, y fue financiado por la Diputación de Valencia, que presidía entonces Rodríguez. Desde esa administración, financió, en Paterna sobre todo, la exhumación de muchos asesinados por el franquismo, enterrados en fosas comunes y sin identificar.

Pero aquellas luces iniciales de Rodríguez, con el paso del tiempo se fueron apagando. Y en la actualidad proyecta, más que nada, sombras. Tanto es así que, a la vista de la inacción, lleva camino de menguar su divulgación o, como mucho, continuar con la ascendente banalización. Lejos queda la sugerencia que el año pasado la Comissió de la Memoria Històrica le transmitió, colectivo que con el ánimo de expandir a la difusión de la memoria histórica local, le propuso que ampliara a todo el año sus actividades. En vez de centrarlas en una semana anual. La finalidad era huir de la frivolidad en la que se ha caído, con titulares emanados desde la oficialidad del consistorio que rezan: «Ontinyent convierte su memoria histórica en producto turístico». El gobierno de Rodríguez ponía el acento en las rutas «por los espacios de la Memoria Democrática de Ontinyent», circunscritos a los refugios antiaéreos. Pero de la rica bibliografía a la que, con sus investigaciones, han contribuido nombres como Antonio Calzado, J. Gandia Calabuig, Guillem Llin o Joan J. Torró, esta es la hora en que el ejecutivo municipal ni se ha planteado regar y abonar su necesaria labor pedagógica, sobre todo para las nuevas generaciones. Quizá, sus mayorías absolutas cambian las prioridades. «El pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla», se lee en un rótulo en Auschwitz

Indefinición. La indefinición ideológica actual de Rodríguez no sintoniza con aquel perfil socialista y de izquierdas que exhibía años atrás, cuando se le situaba como el delfín de Ximo Puig y todas las puertas se le abrían. La Memoria Histórica es más necesaria que nunca. ¿La mayoría de nuestra población sabia que desde el 5 de noviembre de 1936 hasta el 28 de marzo de 1939, un total de 637 bombardeos extendieron el terror entre la población de la valenciana? Increíblemente, en Ontinyent no cayeron bombas. Pero...

Compartir el artículo

stats