El domingo 6 de noviembre, la asociación de Madres y Padres de la escuela escuela de Otos organizó un encuentro con los integrantes de las cuatro nuevas familias que han decidido vivir en esta pequeña localidad de 500 habitantes de la Vall d’Albaida, dando un giro de 180 grados a su día a día.
La cita reunió a más de 25 adultos y una docena de niños. Cuatro parejas jóvenes han decidido abandonar el bullicio del Cap i Casal y han apostado por la tranquilidad de la localidad conocida por sus relojes de sol.
Carla Giner y Juan Diego Martín-Blas compraron su casa en Otos hace cinco meses. Se mudarán al municipio para el inicio del próximo curso escolar: «Buscamos un sitio más pequeño, queríamos salir de la ciudad. Nuestro primer contacto con Otos fue un domingo, durante la típica excursión en la que almuerzas. Nos gustó tanto que empezamos a plantearnos la idea. Vimos el proyecto del Colegio Rural Agrupado (CRA) y nos pareció muy adecuada para nuestra niña de un año de edad».
La disponibilidad de servicios básicos y el contacto con la naturaleza también han sido factores decisivos. El objetivo final está claro: dejar atrás el estrés de la gran ciudad por un rincón más apacible. Cambiar el chip.
«Somos una pareja de 33 años y buscamos algo mejor para nuestra hija. Hemos apostado por tener una casa antigua en propiedad, que es totalmente funcional. De momento, venimos los fines de semana y en vacaciones. Vamos a reformarla y dejarla a nuestro gusto», explicaron los nuevos vecinos.
A su vez, también destacaron el sentimiento colectivo con el que se vive en el pueblo: «Es diferente, hemos encontrado mucho interés por ayudar, por pertenecer a la comunidad. Para nosotros es algo indispensable en la crianza de nuestra hija. Además, no sorprendemos a nadie si hablamos de los precios del mercado inmobiliario en València. Es impensable pensar en tener una casa como la nuestra en la capital. Todo ha sido muy rápido, nos enamoramos del pueblo y nos lanzamos a la aventura».
Salir de la ciudad
Guillermo Contreras y Carla Bosch tienen cerrado el acuerdo para la compra de una casa en Otos, lugar que han elegido para criar a sus hijos Júlia y Nil, de dos años y cinco meses de edad. Conocieron el pueblo gracias a la pareja anterior y apuntan a los altos precios del mercado inmobiliario en la capital como principal causa de su decisión: «Hace tiempo que pensamos en cambiar el piso que tenemos en València alquilado, pero nos ha sido imposible. Nuestra primera idea era irnos a un chalet, pero con niños un pueblo es mejor. Cuando vinimos y vimos los servicios esenciales que ofrecía una localidad tan pequeña y la escuela todo nos gustó».
«Hay mucha más comunidad que en la ciudad. En València todos somos desconocidos y aquí los vecinos te preguntan y se ofrecen a ayudarte. Desde que vinimos la primera vez nos han tratado bien, no he sentido en ningún momento que fuera porque traemos niños», prosiguieron.
Desde el consistorio apuntan que son cuatro las familias que están pensando en mudarse y el encuentro del domingo fue una especie de fiesta de bienvenida.
«La idea es asentarnos en Otos. Para mí siempre ha sido importante la naturaleza, siempre he querido tirar hacia el monte. En vez de pensar en tener una segunda vivienda hemos decidido dar un giro a nuestro día a día. ¿Porqué deberíamos trabajar durante la semana en un sitio que es estresante y luego escapar? ¿Porqué no lo podemos plantear al revés», apostilló Guillermo.
El teletrabajo lo ha cambiado todo
Juan Diego Martín-Blas es programador y Carla Giner dirige una empresa dedicada a servicios de Igualdad tras licenciarse como politóloga. La posibilidad de teletrabajar ha sido clave para su idea de trasladares hasta Otos. Algo similar ocurre con Guillermo Contreras y Carla Bosch. El es informático y su idea es teletrabajar al máximo. Ella es psicóloga infantil y dirige un centro propio:«Al principio tendrá que trasladarse a València a trabajar, pero la idea es reducirse el tiempo presencial a tres o cuatro días, el resto se puede hacer de forma totalmente online».
