"Los enfermos de Parkinson queremos dejar de ser personas pasivas"

Un vecino de Ontinyent recoge en un libro cientos de apuntes sobre su experiencia con la dolencia recopilados a lo largo de tres años de lucha para paliar sus efectos

Ontinyent. Vicente J. Llorens, autor del libro "Mal de parkinson" que padece la enfermedad

Ontinyent. Vicente J. Llorens, autor del libro "Mal de parkinson" que padece la enfermedad / PERALES IBORRA

Sergio Gómez

Sergio Gómez

Vicente J. Llorens tiene 81 años, vive en Ontinyent y desde julio de 2015 está diagnosticado como enfermo de Parkinson. Para él, tener un buen día supone "estar libre de los pequeños demonios que se infiltran en los lugares más inverosímiles del cuerpo" y que derivan en molestias, a veces severas.

La neuróloga que detectó su dolencia le recetó tres medicamentos que, confiesa, no llegó a tomar. De hecho, estuvo seis años sin visitar al médico. Lejos de desatender a la enfermedad, sin embargo, Llorens palió la falta de información que entonces sentía devorando ingentes cantidades de publicaciones sobre el mal que le atenazaba. También probó con numerosos tratamientos alternativos para paliar el dolor y fue anotando metódicamente todo aquello que iba experimentando en el día a día.

El resultado de este trabajo que comenzó siendo de consumo personal se ha transformado en un libro de casi 400 páginas que recoge cientos de apuntes sobre su vida con el Parkinson. Su propósito, como aclara en el prólogo, no es dar consejos, sino aportar su conocimiento adquirido sobre diferentes remedios por si puede resultar de utilidad para otro enfermo que, como él, se sintió perdido al principio. "La neuróloga que me diagnosticó me hizo una breve explicación de cómo tenía que tomar los medicamentos y poco más. Durante varios años no noté el peso de la enfermedad sobre mi persona. Las piernas hacía años que me dolían y tenía una sensación molesta algunas veces", relata.

Llorens comenzó a tomar remedios naturales como las plántulas de haba que plantaba en su jardín y se tomaba en días alternos. Pero "bien por falta de dosificación correcta o por falta de experiencia" no consiguió resultados positivos y fue teniendo dificultades para escribir, cepillarse los dientes, vestirse o ponerse los calcetines y los zapatos. Al encontrarse peor, en 2021 decidió volver al neurólogo, que le recetó una medicación que combina con veinte minutos de meditación diaria, bicicleta estática y otras actividades. Pese a los efectos secundarios de los fármacos, ahora se siente mejor.

"El estar ocupado la mayor parte del día creo que ha sido la parte de la medicación que me ha proporcionado estar bien, ilusionado con este trabajo", señala en alusión a los tres años que ha dedicado a recopilar los hábitos que podían serle de ayuda y las incomodidades derivadas de tener que lidiar con la enfermedad. "Los enfermos del mal de Parkinson queremos dejar de ser estadísticas y números. Deseamos contar nuestras vidas y experiencias, dejar de ser personas pasivas y tener la valentía de dar a conocer todo lo que, a nuestro criterio, puede ser positivo para frenar, retrasar o mejorar el desarrollo de esta enfermedad", sostiene Llorens.

Diferencias entre enfermos

Este vecino de Ontinyent convive con una falta de apetito que hace que adelgace y, cuando sueña, suele hablar y gritar hasta que su mujer le despierta. "Hace ya años que dormimos en camas separadas para evitar los puñetazos y patadas que le daba en sueños", cuenta el autor del libro. "Ahora las patadas se las doy a la pared y he tenido que ponerme dos seguros en la cama para evitar caerme en sueños", observa.

Tras probar varios remedios naturales, su recomendación es acudir al neurólogo y tomar la medicación que recete. Aunque los efectos adversos de los fármacos sean muy variados. Aún así, el autor cuestiona el exceso de pastillas y sus consecuencias y defiende la importancia de una buena fortaleza mental y de no dejarse derrotar. Otras alternativas para paliar la dolencia que explora en su publicación son la musicoterapia, la terapia ocupacional o la fisiopterapia, por citar solo algunos ejemplos.

Llorens ha ido atesorando una biblioteca de libros sobre botánica que le ha permitido disponer de buenas fuentes informativas y también ha consultado numerosas publicaciones científicas. "Al conocer a más personas con el mal de Parkinson y ver las diferencias con que se mostraba la enfermedad en cada individuo, fue la primera curiosidad que sentí", recuerda. Luego se metió en foros de todo el mundo en los que se aportaban una interminable relación de productos para frenar la evolución de la dolencia. "Los enfermos nos enriquecemos con su contenido por despertar la esperanza, pero también nos produce cierto lío mental, porque la mayoría de opiniones no son coincidentes y muchos productos no tienen el respaldo médico necesario y son ignorados por la mayoría de neurólogos, muy clásicos y ortodoxos".

Llorens lamenta que todavía queda mucho por investigar, sobre todo con algunos medicamentos que se han mostrado eficaces. El vecino de Ontinyent pone el foco en la planta Mucuna pruriens como el "remedio natural más importante para combatir el Parkinson" con el aval de reconocidos neurólogos. "Unos investigadores obtuvieron la patente y la guardaron en un cajón, y mientras miles de enfermos de Parkinson en el tercer mundo no pueden acceder por falta de recursos económicos".

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