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Una "profecía" facilitó la llegada de los documentos de Blasco a València

Lorenzo Noguera contaba que se había ganado la confianza de Elena Ortúzar porque una espiritista le dijo a la viuda que el coleccionista era la reencarnación del escritor

Noguera y el tesoro de Blasco en los 90. JOSÉ ALEIXANDRE

Se sabe bien poco sobre el origen de la colección de documentos de Vicente Blasco Ibáñez que una casa de subastas madrileña pondrá a la venta el próximo 26 de mayo. Los sobrinos del ya fallecido Lorenzo Noguera Fabra, quien durante 15 años guardó los 132 textos, cartas y documentación del escritor en una notaría, solo recuerdan que su tío les contó alguna vez que había conseguido todo este material gracias a su amistad con Elena Ortúzar, la segunda esposa de Blasco.

Pero Levante-EMV ha recuperado ahora de su hemeroteca un artículo de mayo de 1996 en el que el propio Noguera relata en primera persona cuál es el origen de una colección que ya en aquel año ofreció al Ayuntamiento de València a cambio de una «recompensa» por su «custodia». Entonces el consistorio rechazó la oferta igual que ha hecho ahora, cuando los herederos del coleccionista han vuelto a brindar el legado a la Concejalía de Recursos Culturales.

Tal como ha venido contando este periódico desde el martes, los sobrinos de Noguera contactaron en abril con la concejalía responsable de la Casa-Museo Blasco Ibáñez, para negociar la venta de la colección. No fue hasta ayer -cuando los 132 documentos llevan ya días en Madrid para ser subastados-, cuando un asesor de la regidora Glòria Tello llamó por teléfono a Pilar Madaleno, sobrina de Noguera, para interesarse por la posible adquisición del legado.

La portavoz familiar se mostró ayer abierta a negociar la venta por el precio de 20.000 euros con el que ha sido tasado por la casa Durán, pero recordó que habrá que tener en cuenta en una posible transacción la penalización que impondría la subastadora por la retirada del lote. «Después de todo este tiempo sin hacernos caso, venir con que ahora sí quieren negociar no me parece serio. Pero no nos negamos a hacerlo», explicó Madaleno.

En declaraciones el pasado martes a la agencia Efe, fuentes de la concejalía aseguraron que «no estaban al tanto» de la subasta y consideraba que podrían adquirir la colección por 14.000 euros o acudir directamente a la subasta.

Carta de Benlliure dirigida a la mujer de Blasco Ibáñez.

Carta de Benlliure dirigida a la mujer de Blasco Ibáñez.

El manuscrito de «Cañas y barro»

En el artículo de 1996 en el que Noguera anunciaba la existencia de esta colección y su intención de entregarla al Ayuntamiento de València, el «anticuario» no solo explicaba cómo consiguió estos documentos personales de Blasco, sino que revelaba que el legado estaba formado por más de 500 objetos, incluyendo material que no figura en la lista de la próxima subasta como varias joyas, el anillo masónico que llevaba el novelista o el manuscrito de Cañas y barro.

La sobrina del coleccionista fallecido en 2019 explicó ayer a Levante-EMV que, efectivamente, en la casa de Noguera encontraron un listado de 500 objetos y documentos, pero que ellos solo han localizado los 132 que se subastarán el 26 de mayo en Madrid. «Suponemos que mi tío fue vendiendo parte de esta colección poco a poco», explicó ayer Madaleno.

Según contaba Noguera en 1996, algunos de estos documentos y objetos le fueron entregados personalmente por Elena Ortúzar, y el resto fueron «rescatados furtivamente» de su mansión de Mentón (Francia), la Fontana Rosa, tras ser vendida la villa a una inmobiliaria.

Noguera explicó a Levante-EMV que él siempre había estado muy interesado en la vida de Blasco Ibáñez y que había hecho un seguimiento muy preciso de la misma. En el año «60 o 61» se enteró de que Elena, viuda del escritor desde 1929, había viajado desde Chile hasta Montecarlo para visitar a una espiritista y que él decidió que iría allí para tratar de conocerla.

Noguera durante una entrevista con Levante-EMV en 1996.

Noguera durante una entrevista con Levante-EMV en 1996.

«Cuando llegué a Montecarlo mi sorpresa fue que hice amistad con ella muy rápidamente. Al parecer, la espiritista le había dicho que al día siguiente conocería a un hombre que era la reencarnación de su marido y, como esta mujer era tan loca, fue muy fácil hablar con ella. Estuve tres o cuatro días allí», afirma.

Ya en aquel momento, Ortúzar le habría pedido a Noguera que guardara los documentos básicos de la vida de su marido y le hizo entrega de un pillacorbatas y un anillo que le había regalado el líder de una logia masónica de Filadelfia.

Fue la última vez que el valenciano vio a la viuda de Blasco, que falleció en 1963. A principios de los 70, y según el relato de Noguera, éste se enteró de que los hijos del escritor se habían deshecho de la Fontana Rosa y se puso en contacto con la inmobiliaria que la compró para que le dejaran entrar. «La biblioteca había sido cuidadosamente destruida -contaba Noguera en 1996-, pero en el despacho de Elena había documentos muy importantes que son los que yo tengo y que pude sacar de allí».

El anillo masónico de Blasco Ibáñez.

El anillo masónico de Blasco Ibáñez.

Desde entonces, los mantuvo en su poder y a partir de la década de los 90 intentó vender la colección, primero a la Fundación Blasco Ibáñez, después al consistorio valenciano e incluso al MuVIM. Aseguraba que el traspaso se haría «sin ánimo de lucro». «Tan sólo quiero que me recompensen por la custodia de estos documentos durante tantos años», decía a la prensa.

Noguera aseguraba que tenía ofertas importantes de coleccionistas de Estados Unidos, donde la figura de Blasco Ibáñez es muy valorada, y de instituciones españolas, pero con interés en piezas muy concretas que él no quiere separar del resto de la colección. «Quiero que esto se quede en València y que permanezca unido, no que se lleve cada uno una cosa». «No me considero propietario de esto, que es de toda la humanidad, sino depositario, y procuro que su fin sea el más digno posible y provechoso para conocer la vida de Blasco», decía.

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