Escritor

Roberto Santiago: "Tengo la suerte de que puedo escribir lo que quiero y necesitaba contar esta historia"

«Cualquier novela buena tiene que tener dilemas o encrucijadas morales», explica

Roberto Santiago, en las instalaciones de Levante-EMV. |   ARTURO IRANZO

Roberto Santiago, en las instalaciones de Levante-EMV. | ARTURO IRANZO / amparo barbeta. València

Amparo Barbeta

Amparo Barbeta

¿Qué lleva a un autor dedicado tantos años a la literatura infantil a escribir una novela tan turbia como «La rebelión de los buenos»? ¿No es un giro muy radical?

Al principio sí puede ser porque son dos géneros y dos formatos totalmente distintos. Los futbolísimos, por ejemplo, son libros de misterio, pero son muy blancos porque están dirigidos a niños. Esto es muy turbio, sí, porque es una novela negra, muy negra y muy oscura. Tengo la suerte de que puedo escribir lo que quiero y necesitaba contar esta historia. No es un giro radical porque también he hecho guiones de cine y de teatro. Me gusta ir cambiando de género y formato. Sé que a la gente le gusta que te especialices en algo y a mí se me ha encasillado en la novela infantil, pero yo voy cambiando y haciendo cosas distintas que algunas me salen muy bien y otras no tanto. Escribir La rebelión de los buenos ha sido un viaje tremendo.

¿Ganar el Premio Fernando Lara es una confirmación de que este es el camino?

Si te digo la verdad, no sé. Como lector, con la novela negra es el género con el que más disfruto. He leído muchísimo y, quizás por eso, me daba tanto respeto el hacerlo y he tardado tanto en escribir esta novela. Ahora que he empezado, pienso seguir. Me encuentro que es como mi hábitat natural.

A pesar de todo, su historia, unos abogados que se enfrentan a una poderosa multinacional farmacéutica, ¿es una loa a la esperanza?

No sé si soy muy ingenuo, pero yo creo firmemente que el ser humano, en esencia, es bueno. Lo creo, de verdad que lo creo. A pesar de que en la novela hay mucha corrupción y cosas moralmente intachables, al final, hay como mucha esperanza porque si rebuscas, todos tenemos un lado bueno que merece la pena.

¿De forma encriptada se da una lección de moral?

Para mí, cualquier novela buena tiene que tener dilemas morales. O encrucijadas morales. Si no, no es una buena novela. Para mí eso es la literatura. Yo intento no dar las respuestas y que el lector llegue a sus propias conclusiones. Los personajes de La rebelión de los buenos se enfrentan a dilemas morales muy gordos. Al escribir, yo me pregunto, qué haría yo en una situación así e intento no dar la respuesta.

¿Cree que con dinero se puede todo?

En mi opinión hay una clase privilegiada de ricos y de superricos para los que la vida es muy distinta que para el resto. Ellos consideran que «sus» privilegios son naturales cuando realmente no lo son. Ellos creen que el resto de los mortales vivimos en otra vida, casi en otro planeta distinto. La novela también habla de eso, de la diferencia de clases y de cómo hoy en día esos muros que nos separan son todavía difíciles de derribar.

«Para que el mal triunfe solo es necesario que los buenos no hagan nada».

Es la frase que me ha perseguido durante toda la novela. Por eso decidí ponerla como cita. Es una frase que tiene que ver con la esencia de lo que estoy hablando, de la dificultad de ponerse en pie, de rebelarse y de luchar contra el propio sistema. ¿Por qué el sistema tiene que ser así? Rebelémonos. Plantémonos. Preguntémonos más cosas.

Al final, permítame, todo se resume en una lucha entre buenos y malos.

Tienes toda la razón, pero no es tan sencillo, porque también los buenos tienen un lado turbio. A mí eso me interesa mucho. No creo en los absolutos. Para escribir un personaje como el criminal lo tengo que comprender y querer. Jeremías, el protagonista, es un gran observador, obsesionado con la justicia, pero es un tío que en situaciones límite puede ser muy violento. Y eso da miedo. ¿Entonces es bueno o cuando hace eso deja de serlo? Eso es lo interesante. Me gusta que los buenos tengan un lado malo y los malos un lado humano.

En un mundo podrido como el que describe, ¿lo ético y lo económico pueden convivir?

Es difícil. Al hilo de esto, una pregunta recorre la novela. ¿Todo el mundo tiene un precio? Si a mí me preguntan si traicionaría mis ideales o me vendería, en principio diría que no, pero ¿y si no es una cifra y es ayudar a tu familia? Ostras. Ahí empezaría a dudar. Entonces , efectivamente, todos tenemos un precio.

¿Al escribirla, porque es muy visual, pensaba que la historia podía trasladarse a la televisión?

A ver, yo he escrito muchos guiones. Sé que tengo un estilo visual y construyo muchas imágenes. Pero he intentado que sea un artefacto literario, que sea novela, novela, y luego si tengo adaptación audiovisual ya será otra cosa.

¿El sistema farmacéutico es tan corrupto y turbio como relata en la novela?

Es un tema delicado. No he escrito la novela contra nadie, no era mi intención. La novela busca que nos preguntemos cosas. La industria farmacéutica a lo largo de la historia ha hecho grandes avances, eso es innegable; pero también, y eso está demostrado, como genera mucho dinero, hay corrupción. El tema es que en la industria farmacéutica lo que está en juego es nuestra salud, porque cuando hay corrupción en un ayuntamiento por un tema urbanístico es terrible, pero no acaba con miles de muertos. A mí me parece muy reprobable, pero es que cuando lo hay en un tema como es nuestra salud la que está en sus manos, me parece todavía moralmente muchísimo peor.

¿Por qué decide poner el foco en las farmacéuticas?

Un amigo periodista me pasó un informe, y me dijo ‘Roberto, esto te va a interesar’. Hablaba de las querellas y demandas que hay en Europa y cómo la inmensa mayoría que de estas demandas contra las farmacéuticas no llegan a sentencias porque hay acuerdos extrajudiciales o porque cuando llega la sentencia, se entierran bajo recursos, contra recursos y más recursos y no llegan a ejecutarse. Eso me despertó las ganas de saber más.

Aprovecha también para hacer una crítica al sistema.

Creo que La rebelión de los buenos tiene una parte de denuncia social que nos zarandea un poco y nos hace preguntarnos cosas que yo creo que son muy importantes.

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