«Queda mucho por hacer para resituar a Sorolla en la Historia»

El presidente de la Real Academia de Bellas Artes de València, Manuel Muñoz, repasa la trayectoria del maestro de la luz en un acto celebrado en la institución por los 100 años de la muerte del pintor

Manuel Muñoz, presidente de la Academia de Bellas Artes

Manuel Muñoz, presidente de la Academia de Bellas Artes / Jose Manuel López

Begoña Jorques

Begoña Jorques

La Real Academia de Bellas Artes de San Carlos se sumó ayer a los actos de celebración del Año Sorolla y conmemoró el centenario del fallecimiento del pintor con un acto en homenaje al maestro de la luz, «dada la importancia» que tuvo la Real Academia en su vida, pues estudió en ella entre 1878 y 1882.

El acto contó con una conferencia impartida por el presidente de la Real Academia, Manuel Muñoz, bajo el título «La luz y el tiempo». Muñoz lamentó que «si ha existido un autor que durante sucesivas décadas del siglo XX fue seguido con frialdad, e incluso con rechazo, este ha sido Sorolla. Mientras era admirado por numerosos alumnos directos, desde los primeros contactos del arte valenciano con las vanguardias, hasta la mitad de los 70, su imagen era asociada con una pintura reiterada, burguesa y de carente exigencia crítica».

Asistentes al acto

Asistentes al acto / Jose Manuel López

Muñoz criticó que «cuando el Ministerio de Cultura determinó 2023 como Año Sorolla, la dirección del museo del autor se puso en macha para organizar eventos conmemorativos. No obstante, el 14 de febrero de este año, al crearse la Comisión Nacional de la efeméride, ya estaba todo programado: las exposiciones relevantes, las itinerancias y los comisarios contratados. Así, la reunión inicial constitutiva, no fue sino una mera cortesía para dar la apariencia de participación colectiva. En aquella misma convocatoria me di cuenta de que el año iba a ser un éxito a corto plazo y un fracaso en el medio y largo recorrido: exactamente igual que ocurrió en València con el centenario de Pinazo en 2016, cuyo resultado inmediato fue la presentación pinturas en cinco espacios museísticos, con infinidad de referencias en la prensa, pero poco más».

Escasa repercusión internacional

«Lo más preocupante de esta programación, es que, a través de su escasa repercusión internacional y de la ausencia de estudios que lo conciernan en el arte global en el que estuvo inmerso, fundamentalmente en Europa, habremos contemplado cientos de obras suyas, pero cuando todo haya concluido, nadie habrá cambiado su imagen precedente de Sorolla, y seguirá sin formar parte de las historias internacionales de arte, medianamente acreditadas», añadió Manuel Muñoz.

Muñoz repasó la trayectoria internacional de Sorolla desde su paso por París -donde presentó por primera vez Triste herencia- a exposiciones en Alemania, Londres y su llegada a Nueva York, de la mano de Archer Milton Huntington, fundador en 1904 de la Hispanic Society of America de Nueva York. Con él firmó el compromiso para pintar «la imponente colección ‘Visión de España’, un empeño ímprobo que contribuyó a que se quebrara su salud», recordó el presidente de la institución.

El deseo de Muñoz en torno a la figura de Sorolla pasa por que «la historiografía contemporánea debería promover un nuevo modo de concebir su relato, procurando asociarlo, a través de cuidadas exposiciones, con aquellos otros maestros que lo acompañaron en sus muestras nacionales o internacionales».

Genio del instante

En relación al título de su parlamento, Muñoz explicó que «en Joaquín Sorolla el influjo de sus conocimientos acerca de la fotografía (desarrollados a lo largo de los años trabajando en el estudio de Antonio García), le permitieron trasladar al lienzo la instantaneidad del ‘tiempo’ como un objetivo estético, eligiendo el lugar en el que el movimiento es más constante: la orilla del mar, donde cambia la luz en cada instante, el viento todo lo mueve, las humedades se transforman y, las personas, nadan, trabajan o se desplazan por la orilla». 

De entre los géneros que cultivó Sorolla, Muñoz destacó «su capacidad para el retrato, un universo objetivo y contrapuesto, que pone en evidencia, tanto sus dotes, como su genialidad. Son muchos sus retratos destacados: de Benito Pérez Galdós (1894); Blasco Ibáñez (1906); de Alfonso XIII; no obstante, además de los que le realizó a su esposa, el que yo prefiero se encuentra en la colección del Museo de Bellas Artes de València: el retrato de D. Cristino Martos; con una expresión, tan plena de vida, que convierte al personaje en un ser al que apetece conocer. No  he visto –en un siglo tan pródigo en retratos como lo fue el XIX- a ningún pintor español con una capacidad tan grande para penetrar y exponer el comportamiento relacional del alma humana». 

Asistentes al acto

Asistentes al acto / Jose Manuel López

Pero si por algo ha trascendido la obra de Sorolla a lo largo de los siglos ha sido por su tratamiento de la luz. «Sorolla es consciente de que el efecto visual de la luz se ha de conformar en su relación directa con la sombra, es decir, lejos de ser un valor absoluto es una transposición en el lienzo, de los equivalentes perceptivos de la realidad. El desarrollo de este concepto se convierte, en su caso, a través de un dominio extremo, en llegar a configurar una portentosa claridad y una portentosa verosimilitud, a través de un manejo extraordinario del dibujo, capaz de determinar con precisión las calidades, al mismo tiempo que de sintetizar con una concepción instantánea, la ilusión del movimiento», dijo Muñoz.

En definitiva, el presidente de la Academia aseguró que «nos hallamos ante la pintura de un genio, capaz de configurar por sí mismo todo un imaginario colectivo, pero  sobre el que queda mucho por hacer para resituarlo en la Historia, de la que fue injustamente olvidado. Así, Sorolla fue desplazado por infinidad de elementos y de circunstancias que, después de la celebración del centenario, nos quedarán aún por estudiar».  

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