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Todos los ojos puestos en Francia

¿Podría ser Yolanda Díaz presidenta del Gobierno en 2023? Difícil, muy difícil, pero hay una oportunidad histórica y sería irresponsable no intentarlo

TODOs LOS OJOS PUESTOS EN fRANCIA

Periódicamente, siguiendo el calendario electoral, la atención de los medios se dirige a los países de nuestro entorno europeo. Alemania, Italia o Portugal son objeto de análisis y de analogías con la política interna española, pero las «barbas del vecino» más escrutadas son siempre las francesas. Acaban de celebrarse allí unas elecciones presidenciales unánimemente consideradas decisivas, también para Europa: la ultraderecha ha alcanzado su cénit (esperemos) pero sin premio, porque Macron ha revalidado ampliamente el cargo pese al descontento general. E inmediatamente llegan otros comicios, los legislativos, que podrían redefinir el mapa parlamentario y cambiar la composición del gobierno, en lo que sería la tercera ‘cohabitación’ (presidente y primer ministro de partidos diferentes) de la V República. El detonante para que esto sea posible es el acuerdo para presentar candidaturas comunes de los distintos partidos de izquierda opuestos a las políticas neoliberales de Macron: comunistas, ecologistas e incluso socialistas se suman a la Francia Insumisa con el objetivo de obtener grupo parlamentario cada uno por su lado y, conjuntamente, ser la primera fuerza en la Asamblea Nacional. Han aprendido la lección de las recientes presidenciales, donde Mélenchon estuvo cerca de superar a Le Pen y pasar a la segunda vuelta, mientras todos los demás candidatos de izquierdas se quedaban, en solitario, por debajo del 5 %. La unidad es la única fórmula para no tropezar dos veces seguidas en la misma piedra: un sistema electoral mayoritario que castiga de manera implacable la fragmentación.

Si esa iniciativa tiene éxito, sin duda influirá en nuestras latitudes. No será la primera vez que la política francesa ejerce de faro para iluminar una política unitaria. Baste recordar el gobierno de la izquierda plural (PSF-PCF-Verdes) comandado por Lionel Jospin entre 1997 y 2002, que tuvo su réplica posterior en Catalunya con el tripartito (PSC-ERC-ICV) y podría considerarse un antecedente del actual Pacte del Botànic (PSPV-Compromís-UP) en el País Valenciano.

Ejecutivos de coalición que han tenido éxitos y también fracasos, pero que se han demostrado imprescindibles para que la izquierda pueda gobernar en una época caracterizada por la voladura del sistema de partidos tradicional a uno y otro lado de los Pirineos. Las mayorías absolutas de Mitterrand, González o Lerma quedan muy lejos.

Cabe destacar que la Nueva Unión Popular Ecológica y Social, que así se llama la plataforma de la izquierda francesa para las elecciones del próximo 12 de junio, representa dos novedades sustanciales respecto a experiencias unitarias pasadas. La primera, que ya no se trata de una coalición postelectoral para formar gobierno o de apoyos selectivos para la segunda vuelta, sino que se ha acordado presentar candidaturas únicas en todas y cada una de las 577 circunscripciones. La segunda, que el liderazgo ya no lo ejerce el Partido Socialista (cuyo electorado centrista ha migrado en masa a Macron) sino una fuerza situada claramente a su izquierda, la Francia Insumisa.

¿Puede ser Mélenchon primer ministro de Francia en 2022? Parece difícil, muy difícil, pero lo que hasta hace unos meses no se concebía ni en los sueños más húmedos de los ‘insumisos’ empieza a ser tomado en serio como posibilidad. Prueba de ello es el tratamiento que los medios al servicio del statu quo están dando al acuerdo electoral y a su líder. Lo que hace un par de décadas hubiera pasado por un programa socialdemócrata avanzado, ahora es presentado como una amenaza desestabilizadora; la oposición a las políticas neoliberales en defensa del estado social se califica de ‘populismo radical’; y a Mélenchon se le llama alegremente euroescéptico equiparándolo con líderes ultranacionalistas y xenófobos como Orban, que están en sus antípodas ideológicas y contra cuyos postulados combate quien antaño fuera, no lo olvidemos, ministro socialista en el gobierno de Jospin.

Este relato manipulador no nos resulta ajeno, pues en España se ha utilizado siempre para estigmatizar a la izquierda alternativa, e incluso al PSOE cuando ha pactado con ella. Lo vemos exacerbado en la actualidad, cuando se auguran terribles catástrofes por culpa del gobierno ‘social-comunista. De momento, el resultado es otro: subidas históricas del salario mínimo, de la contratación indefinida y del empleo. Y la ministra de Trabajo como la líder mejor valorada.

¿Podría ser Yolanda Díaz presidenta del Gobierno de España en 2023? Difícil, muy difícil, pero hay una oportunidad histórica y sería irresponsable no intentarlo. Para ello las fuerzas de izquierda deberían acordar un programa común y unas candidaturas que vuelvan a ilusionar a la gente, como hicieron las confluencias en 2015. Le jour de l’unité est arrivé.

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