Mundial

Alexia Putellas: líder desde el silencio y con ganas de más

La centrocampista ha asumido un rol más complementario, ayudando según la necesitaba el equipo | Ahora se siente con ganas y preparada para volver a ser importante

Alexia Putellas

Alexia Putellas / RFEF

Maria Tikas

Cuando Alexia Putellas se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla, el 5 de julio del año pasado, se paró el mundo. Para todos. Pero, sobre todo, para ella. Fue el segundo peor día de su vida. "Desde que tengo uso de razón, jamás he estado más de cinco días sin tocar un balón, entrenar o competir", confesaba en su primer comunicado tras conocerse la gravedad de su lesión. Y empezó, entonces, un largo y duro camino para recuperarse que todavía no ha terminado.

"¿Te acuerdas que te dije que si no volvía iba a estar en paz conmigo misma? Ni de coña". Con esta frase de la centrocampista a Adrián Martínez, su fisioterapeuta de confianza, terminaba su documental, 'Alexia: Labor Omnia Vincit'. Volvió. Para levantar la Liga, la Champions e ir al Mundial. Pero necesita tiempo.

Un largo proceso

Porque volvió un par o tres meses antes de lo que lo han hecho sus compañeras de equipo Bruna Vilamala, Jana Fernàndez y Cata Coll, que sufrieron la misma lesión unos meses antes que ella. Se encontraba bien, preparada para jugar. Pero necesitaba incorporarse de forma progresiva, para recuperar sensaciones y volver a sentirse futbolista. 

Nadie vuelve de una lesión así dominando y con plena confianza. Lo saben Ada Hegerberg, Megan Rapinoe y tantas otras futbolistas que tuvieron que pasar por lo mismo. Se paró todo para Alexia cuando mejor estaba, en la cúspide de su carrera y cuando parecía que solo podía ir hacia arriba. Tuvo que aprender a andar, a correr y a chutar de nuevo. Estuvo siete meses sin tocar balón y ocho sin entrenar como el resto de su equipo. Y durante todo este tiempo ha seguido estando en el foco de medios, patrocinadores, club y competiciones como doble Balón de Oro que es y a pesar de que nunca le ha gustado ser el centro de atención.

Lejos de los focos

Este Mundial es ejemplo de ello. Es una de las imágenes del torneo y, sin embargo, todavía no ha hecho ni una declaración, ni entrevistas, ni en ruedas de prensa, ni en la atención a medios postpartido. ¿Por qué? Alexia es consciente de la realidad que está viviendo trece meses después de la lesión y parece estar adoptando un perfil más bajo, más humilde y comprensible con esta 'nueva' situación que vive ahora. Ha decidido respetar los roles que hay hoy en la selección e intentar ayudar cuando se la necesita.

Para el vestuario sigue siendo una líder, aunque en silencio de cara al exterior. "Todas la adoran y la admiran", dicen de ella, "siempre tiene buenas palabras y consejos cuando lo necesitas". "Sale de una lesión que cuesta mucho, es la peor que puede tener una futbolista. El talento no se pierde y menos el de una de las mejores jugadoras del mundo", apuntaba Jenni Hermoso hace unos días. Y resolvía Irene Paredes: "Estamos acostumbradas al nivel de Balón de Oro, pero acaba de volver, hay que tener paciencia y dejarla hacer".

POCO A POCO

Tiempo. Es solo cuestión de tiempo. Para ir ajustando y recuperando automatismos con sus compañeras. Para entender cómo puede aportar al equipo sin ir con la sexta marcha que aún no tiene. Para volver a tener peso en el campo. 

Y todo esto mientras aprende a desempeñar un rol más complementario, sin ser tan trascendente en todo lo que le rodea, un papel que ha venido desarrollando desde hace años y hasta el mismo día que se lesionó. Tiene la suerte de tener a grandes compañeras que forman un gran equipo, tanto en el club como en la selección, y que no siente la presión de volver y hacerlo todo sola.

Y CON GANAS DE MÁS

Poco a poco pero con ganas de más. Ganas de volver a asumir peso en el equipo y en el campo. De volver a jugar minutos importantes en rondas decisivas, algo a lo que, hasta hace nada, estaba acostumbrada. Y parece que este momento se acerca. Se siente bien, recuperada y preparada. 

Lo demostró contra Países Bajos. Solo con su presencia en el campo el equipo recuperó el orden y el control tras unos minutos más sufridos después del gol de Van Der Gragt. Dio indicaciones, repartió un par de pases filtrados de los que solo ella sabe hacer y buscó soluciones diferentes y con criterio. Se atrevió. Era justo lo que faltaba.