Ahora que Gobierno y oposición andan a vueltas con la reforma laboral, deberían pensar más allá de los convenios y la flexibilización o no laboral, para cuestionarse una vez más porque España sigue teniendo uno de los mayores índices de paro estructural del mundo. Así como el desencaje entre la oferta de trabajo que hay hoy y que habrá en el futuro frente a la preparación y cualificación de los demandantes de empleo. Y es que en el país del paro es imposible contratar.

Desde Draper B1 ostentamos participación en decenas de empresas de base tecnológica de reciente creación. Y hemos constatado que el mayor impedimento para crecer de estas empresas y poder ser líderes e internacionalizar, es precisamente el acceso a talento cualificado. Los perfiles más demandados son los relacionados con el desarrollo tecnológico, programación a todos los niveles y lenguajes, diseñadores gráficos con experiencia en plataformas tecnológicas, data analyst y data science, comerciales/consultores tecnológicos… etc.

Me diréis que ese mismo problema lo tienen empresas tecnológicas en EE UU , en Reino Unido y en todas partes. Y sí, es un problema internacional de cambio generacional y escasez de conocimiento o experiencia, pero la diferencia es que estos otros países se mueven en torno al pleno empleo; no tienen, como aquí, más de un 14% de paro que debería cualificarse. Esto lastra el desarrollo de la economía del bienestar con la que nos llenamos la boca en Europa y en España en particular. Pues bien, este problema al ser internacional no hace más que agravar el problema a nivel local, ya que el poco talento español altamente cualificado, que lo hay (y muy bueno), termina trabajando fuera o en remoto para empresas extranjeras que pueden pagar el sobrecoste de una inflación salarial derivada de la escasez de perfiles.

Y, ¿dónde tributa un español que trabaja en una empresa americana con base en Irlanda cuando lo hace en remoto y se pasa gran parte del año fuera de España? Como se puede observar el problema es profundo, las tecnologías y el trabajo remoto, rompen todas las barreras conocidas en fiscalidad y residencia, permitiendo al ciudadano elegir desde donde trabajar y donde pagar o contribuir con sus impuestos. Lo cual va a requerir de algo más que reformas y contrarreformas sobre la misma ley laboral.