Ciudadanos celebró ayer en Valencia uno de sus actos centrales en la campaña basándose en dos ideas fuerza: la primera, el liderazgo personalizado en su presidente nacional, Albert Rivera; la segunda, la oferta del partido naranja como alternativa de garantía entre el «inmovilismo» del Gobierno y la «inestabilidad» que puede traer Podemos. Así se manifestó Albert Rivera en el mitin celebrado ayer en el Palau de Congresos, que no llegó a llenarse, con 1.200 personas sobre un aforo de 1.500, y muy pocas referencias a Valencia.

Entre ellas, eso sí, un par de sacudidas al PPCV, partido con el que compite demoscópicamente y con el que alterna críticas durísimas con muestras de complicidad. Como por ejemplo en el debate con Alberto Fabra del pasado viernes.

Ayer Rivera se enzarzó con la alcaldesa Rita Barberá, que hace unas semanas criticó a Ciudadanos por su origen catalán: la «hasta ahora» alcaldesa, dijo, «habla como si volvieran las Cortes medievales, de Cataluña o de Aragón. Hoy nos movemos por toda España». Y añadió: «Ya no va de pugnas territoriales, la gente quiere un cambio y quiere saber el acceso a todo el dinero público. Eso es la política, estar al servicio al ciudadano, no para servirte de la gente o de las instituciones. Ese el cambio que necesita Valencia», reclamó.

También cargó Rivera contra la gestión del Consell, a cuenta de la multa de Europa a España por las facturas en los cajones durante los gobiernos de Camps, que supuso una manipulación de los datos del déficit: «No sólo nos roban, se gastan mal nuestro dinero, sino que encima nos multan por hacer trampas», dijo Rivera, que se comprometió a «gastar el dinero con más celo» frente a un PP que «se ha gastado más de lo que tenía, no para vivir mejor sino para obras faraónicas y han dejado las cuentas vacías».

Lo que Ciudadanos reclama para Valencia, «simplemente», es que «las mismas responsabilidades que se exigen a cualquier ciudadano de pie se exija a su gobierno». «Qué revolucionario», ironizó Rivera. En este sentido, insistió en su apuesta por una Ley de impacto económico de las obras públicas que garanticen la cuota económica de retorno de la sociedad antes de acometer cualquier infraestructura para que los ciudadanos sepan que «no está dilapidando su dinero».

Rivera, además, exhibió el músculo que las encuestas le dan a su partido: tras el 24-M «muchos van a tener que comerse sus palabras porque no va haber mayorías absolutas y no van a poder aplicar sus rodillos» ya que «el color naranja será decisivo no para tener la llave, sino el timón».

Por su parte, la candidata a la Generalitat, Carolina Punset, reivindicó el espíritu de la transición. «Las soluciones a los problemas no son de izquierdas ni de derechas sino que son simplemente buenas o malas», dijo la candidata.

Punset abogó por volver a recuperar el espíritu de ese lema y del principio de consenso que «nos dejó Alfonso Suárez», de «no volver a dejar que a los españoles nos separen rojos y azules, sino de ponernos de acuerdo en las cuestiones de Estado». La ecologista añadió que «los protagonistas del cambio no iban a ser el PP ni el PSOE, los primeros interesados en mantener las cosas», porque «para qué iban a ponerse de acuerdo en las cajas cuando les servían para colocar a los suyos, o para qué adelgazar la Administración cuando les sirve como un chiringuito para poner a los suyos».

Por su parte, el candidato a la alcaldía, Fernando Giner, se comprometió a hacer de Valencia «la capital del Mediterráneo» tras «el fracaso» al que le han llevado el Gobierno del PP. «La ciudad no está preparada para la recuperación porque los deberes no están hechos y estamos vacíos por completo, sin Bancaja, sin Feria Valencia, sin Banco de Valencia». Se trata de un fracaso «del ayuntamiento, no de los valencianos, que está claro que estamos trabajando». Por ello, opinó que el voto a C's no es sólo «un voto útil» sino «la alternativa para hacerla la capital del Mediterráneo en creatividad, diseño e innovación».