El humor, la imaginación, la crítica y la cultura se dan la mano con los personajes bíblicos en uno de los fenómenos con más seguidores en las semanas de navidad: el concurso de belenes de la Junta Central Fallera en su modalidad de libre diseño. Es el que ha tomado el testigo del ya desaparecido concurso de calles adornadas y, en el mismo, las comisiones (normalmente, una pequeña parte de sus falleros, o siempre valorados por el resto) se afanan por crear un hilo temático que, obviamente, no tiene nada que ver con los parajes del Próximo Oriente, pero que convierten los montajes en pequeños parques temáticos.
En la edición del ejercicio 15-16 ha sorprendido la victoria de San Vicente-Marvá, una comisión con poca tradición belenística y que, casi de golpe y porrazo, ha sido capaz de desafiar a Na Jordana, los ganadores de los últimos años, con un bosque encantado, en el que los gnomos y los duendes se reconvierten en personajes y parajes bíblicos.
Na Jordana aún no acaba de entender su segunda posición, pero guardan respetuoso silencio mientras cientos y cientos de personas contemplar su homenaje al mercado Central. Estas obras tienen incluso ciertos componentes contemporáneos. Llama la atención especialmente el de Sevilla-Denia que, aunque sólo ha tenido premio de la Agrupación, es un repaso a la actualidad, incluyendo la asamblea de presidentes de falla, Joan Ribó pedaleando y hasta la comentada decoración del despacho del concejal Carlos Galiana, fallero de la misma. La modalidad de belenes pequeños está inspirado en el 13 Rue del Percebe en Bilbao-Maximiliano Thous. Otra obra singular es el belén realizado con piezas de Playmobil que se planta, fuera de concurso, en la comisión de Duque de Gaeta, ambientado en el Oeste y que ya es todo un clásico.
