De modelar, pintar y masillar pequeñas figuras a manejarse con grúas y contenedores. Así son las cosas y así es la vida. Y así es la nueva vida del artista fallero Álvaro Timoteo Sorní, que en las pasadas fiestas plantaba sus últimas fallas, grandes e infantiles, y que ahora ha iniciado una nueva forma de afrontar las mañanas. La causa es de peso: ha conseguido una plaza fija como estibador en el puerto de Valencia. «Es un paso duro, pero no podía hacer otra cosa. Ahora tengo unos horarios muy largos y no puedo compatibilizarlo. Antes, cuando estaba en bolsa de trabajo, aún, aún, pero esto es una nueva vida. Puedo decir que cierro un taller pero que lo hago para bien».

No es el primer artista al que la actual situación económica le obliga a echar el candado, aunque en su caso sea lo menos parecido a un drama. «Drama lo he visto en algunos compañeros y en el oficio he vivido situaciones muy complicadas en compañeros». Pero su caso es reflejo de la actualidad de la profesión de artista fallero: si hay una alternativa más estable y menos sometida a los vaivenes de un mercado precario, no se duda, por mucho que el oficio tenga mucho de pasión.

Estibador dinástico

Artista fallero y estibador son dos oficios que suelen ser muy dinásticos. «En mi caso es el segundo. Mi abuelo ya lo era. El de artista fallero me llegó como auténtica vocación. De pequeño, como soy de marzo, pedía como regalo de cumpleaños el Turista Fallero. Me gustaba dibujar, pintar...» y consiguió la plaza como agremiado tras trabajar tanto en el taller de José Martínez Mollá como en algunos de los de su zona, los Poblados Marítimos. Carrero, Galán, Mora... «cerrar es duro porque es una pasión. Pero me voy con el orgullo de que he hecho una labor buena». Días atrás abandonaba el local que había hecho las veces de taller. Lo dejaba totalmente diáfano. «Tengo un trastero en el que he guardado algunas cosas: las paletas, algunos moldes... siempre estarán ahí. Nunca se sabe... siempre será mi rinconcito». Pero cambiar de oficio era una tentación irrechazable. «He estado nueve años en bolsa de trabajo, incluyendo épocas en las que bajó el tráfico portuario. He tenido mucha paciencia y disponer ahora de un trabajo fijo es fabuloso. Quien sabe: alguna vez echaré una mano a alguien. Tengo la inmensa suerte de poder decir que, entre unas cosas y otras, he podido sacar adelante la familia, aunque haya sido a costa de mucho sacrificio».

Convencido del ingenio

Álvaro Timoteo deja una carrera artística bastante estimable en fallas infantiles, donde se movió en categorías de todo tipo. Sólo plantó una falla grande, pero no notable éxito: la de Padre Luis Navarro-Remonta. «Mi prima es Mari Carmen Gurrea, que ha sido presidenta bastantes años. Lo hice por cambiar un poco el registro y no me fue nada mal». Dos primeros premios de ingenio y galardones de falla entre terceros y cuartos premios. Con la particularidad de ser fallas pequeñitas de tamaño. «Es que siempre he aplicado la regla de no cambiar el estilo. Y si tenían que ser fallas pequeñas de tamaño, lo eran. Y apostando siempre por el ingenio, que creo que me ha resultado siempre. Sólo me queda la espinita de este último año, en el que no me dieron nada». Este año, la falla de Remonta la hará Manuel Guitarte.

Muy arraigado a su barrio, casi toda su producción es en la zona: en su falla, Ramón de Rocafull-Conde de Alaquàs, Blocs Platja, Rio Tajo-Cavite, Plaza de la Cruz, Aras de Alpuente... «aunque no vuelva a hacer fallas, no pienso dejar de sentirme artista. Ni siquiera voy a pedir la excedencia. Seguiré siendo agremiado a todos los efectos. Quiero estar en la Festa del Pí para saludar a los compañeros, a la fiesta del 1 de mayo... me costó mucho llegar como para olvidarlo tan rápidamente. Y siempre puedo componer algún verso entre descarga y descarga de grúa».