Y tras el veredicto, la reflexión. Un veredicto, el de Raquel Alario, que por primera vez expresó que es «por mayoría» y no «por unanimidad». Sea porque es la primera vez que el jurado es de siete personas y es más difícil lograr esa unanimidad o sea porque, por una vez, el jurado ha sido consecuente con su opinión real y no ha disfrazado de unanimidad lo que no siempre es así. El caso es que el acta reflejó lo que supone: que hubo votos para más de una candidata. Y en estos casos, la que más tiene, gana.

Y la reflexión: demasiados días de pruebas y demasiadas candidatas. Así lo decía Gabi Aranaz, uno de los calificadores, quien llamaba a la reflexión general. «Las agrupaciones y los sectores deben de reflexionarlo. Este proceso se tiene que acortar. Estamos en el Siglo XXI y hay cosas que no pueden ser. Por las familias, por los dimes y diretes, por las que se quedan en el camino...» y lanzó una sugerencia: «debemos llegar con 36 aproximadamente, hacer dos semanas con ellas, seleccionar trece y luego, en una semana, elegir a la fallera mayor. Se sufre mucho». Y aunque Raquel Alario destacaba «lo bien que nos lo hemos pasado en las pruebas. Había momentos en que ya no eras consciente de que estabas con un jurado», las cifras son apabullantes: un mes de julio entero de preselecciones y una fase final que empezó el ocho de septiembre y acaba el 10 de octubre.

Más allá de la acotación, Aranaz describió a su nueva reina: «como fallero, estoy deseando disfrutarla. os invito a que la conozcais»