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Solicitud

Los artistas piden limitar la altura en las Fallas y que se hagan naves municipales

Los profesionales redactan una batería de peticiones a los que sean nuevos titulares de las instituciones para sacar la profesión de la crisis

Artistas falleros ganadores del pasado año, en la gala que se repetirá la próxima semana. germán caballero

Un particular «a quien corresponda» es lo que ha editado el Gremio de Artistas Falleros. Cuando faltan apenas unos días para saber quien mandará en la Generalitat y un mes para quién lo hará en el ayuntamiento para los próximos cuatro años, la directiva gremial ha lanzado una batería de peticiones a ambas instituciones -de las que dependen prácticamente toda la toma de decisiones-, tendentes a, tal como se lleva diciendo y anunciando repetidamente, salvar la profesión de artista fallero, ese particular lobo que dícese que va a venir pero que nadie cree que esté tan cerca.

Las peticiones incluyen desde la tantas veces solicitada activación de la Ciudad del Artista Fallero como dar facilidades a la profesión, amparadas en la singularidad de la misma.

Así, por ejemplo, en el ámbito económico y laboral se reclama la exención del IBI en los talleres; subvenciones para contratos fijos discontinuos, para compra de maquinaria y «prejubilar por razones de enfermedades profesionales y utilizar artistas para divulgar nuestro oficio en escuelas, universidades, etcétera».

De la Ciudad del Artista Fallero, potenciarla «como centro turístico y como centro de actividades culturales y artesanas», pero también la acción a gran escala: «fomentar la construcción en los solares de naves en régimen de alquiler con propiedad municipal, autonómica o empresarial para garantizar la continuidad de nuestra generaciones consolidando el polígono como ciudad creativa artesanal». Una reivindicación que se lleva haciendo desde hace tiempo.

Medidas por secciones

Si hay un elemento clave, es el de buscar la fórmula externa de autocontrol. Es decir, cómo evitar que los propios artistas se peguen el tiro en el pie poniendo mucho más trabajo del que aconsejaría la economía de mercado. Ahí son más generalistas, aunque dan una primera clave: «establecer bases con medidas con precios y secciones en las fallas para competir con igualdad». Es decir, condicionar los tamaños de las fallas al dinero invertido en las mismas y plasmarlo en los pliegos de Clasificación y Concurso de Fallas. Seguramente, lo más barato de realizar, pero lo más complicado de acordar.

Sea del color que sea el titular de cada institución, también se hacen eco de la idea de aumentar las subvenciones «pero con un control de realidad en la aplicación de las mismas». Es decir, que reviertan de verdad en el trabajo de los artesanos.

También inciden en la legalización a todos los efectos de la profesión «solicitando en la contratación aportación de los certificados de empresa de seguridad social y Hacienda»; es decir, todo en regla «y potenciar el Documento de Calificación Artesana»; o que sean artistas con algún tipo de titulación los responsables de los proyectos.

Por último, también solicitan una cuestión más propia de parque tecnológico: «crear una base de residuos y reciclaje en terrenos colindantes a las naves».

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