«Vamos a contribuir a que no haya problemas en el barrio y también nos va a servir para poder pasar las Fallas con tranquilidad. Sinceramente, visto lo visto, como se dice en estos casos, no nos arrienda la ganancia. Vamos a dejar de padecer. Pero, de la misma manera, también esperamos que quede claro: la falla del Mercado no va a ser responsable de nada de lo que pueda suscitarse en el centro de la ciudad. Ni basura, ni orines ni nada». La falla de la Plaza del Mercado Central ha tomado la decisión de no organizar verbenas en su demarcación.
La comisión es una de las que estuvo en el ojo del huracán por la situación de desgobierno que vivió el centro de la ciudad en las pasadas fallas. Una situación generada por la mezcla entre la alta concentración de personas, la celebración de verbenas, la falta de civismo de una parte de los asistentes y el hecho de encontrarse enclavados allí monumentos patrimoniales de la ciudad. Todo ello acabó por generar una situación de alarma social. Si alguna parte de responsabilidad lo tuviera o tuviere la verbena organizada por la falla número uno del censo, no ocurrirá lo mismo en 2020. Han solicitado al ayuntamiento instalar un mercado.
El presidente de la comisión, José Vicente Archer, lo proclama claramente: «lo que tenemos claro es que, el próximo mes de marzo, nadie que venga por nuestras actividades va a orinar en la calle ni lanzar cosas a los monumentos. Hemos solicitado un mercadillo y bien hecho. Inspirándonos en el que se pone ahí mismo en Navidad».
Las verbenas generan recursos económicos a las comisiones. Los mercados no sedentarios también. ¿Saldrán ganando o perdiendo? «Lo que sé es que ya no vamos a vivir en tensión. ¿Podríamos haber tenido verbena? Soy de la opinión que, si hubiesen existido trabas legales, habrían sido subsanables. Pero ya no nos merece la pena». No se han planteado ni cambiar el tipo de conciertos. «Mercado Central va a ofrecer una actividad comercial, para adquirir productos, en el horario que mande el Bando de Fallas. Y habrá seguridad privada y baños públicos. No va a quedar por nosotros». Habrá música, pero en el interior de la carpa, lo que se conoce como «ambientación musical», que por definición no es de carácter público, sino para uso de las comisiones y sus invitados.
El entorno del Mercado Central fue uno de los epicentros del macrobotellón y el ataque a los edificios emblemáticos. Archer lo recuerda como «una tormenta perfecta. La gente que salía de la Cabalgata y el castillo que se había disparado en la plaza del ayuntamiento; que en la zona no había otras verbenas... y todos vinieron a nuestra zona».
Luego está el coste social. El latiguillo. «Cansa y duele que se diga «lo que han hecho los falleros». Cuando el comportamiento de los falleros queda demostrado como quien dice cada día. Organizamos, recogemos, limpiamos... a partir de ahora queremos, por lo menos, que quede claro que esta comisión pone todo de su parte para pacificar el centro».
