La prioridad en la hoja de ruta es plantar y quemar las fallas de 2020. Porque los representantes de las comisiones saben que, en ese "mejor de los casos"serán unas fallas limitadas y con mascarilla. Pero que las fallas ahora almacenadas siguen siendo una losa para comisiones, artistas y administraciones. Por eso, en estos momentos la posibilidad de celebrarlo, con todos los asteriscos imaginables, es en julio. Y si no fuera así, en la primera semana de septiembre como muy tarde. Todo ello para evitar el conflicto de intereses. Si se pregunta a artistas y a la gran mayoría de falleros, preferirán acabar lo más pronto posible aunque sea con restricciones y cerrar además el ejercicio, incluyendo ya la renovación de presidentes. Retrasar más el proceso abocaría a una nueva cancelación. Un drama. Quemar como muy tarde el 10 de septiembre permitiría, aún con prisas, restablecer el ejercicio 2021, nombrar falleras mayores (no es una cuestión baladí por la cohesión social) y sacar adelante ese segundo ejercicio.

Las fechas son, en cualquier caso, todo un dilema. Si "se pueden celebrar" (condición sine qua non), en julio podían ser hasta unos determinados límites. En septiembre serán o podrían ser otros límites, teóricamente a mejor. La asamblea de presidentes debería decidir sobre supuesto que, quien sabe, podrían ser a ciegas. El año pasado, el mes de julio habría sido "mejor" porque, efectivamente, los datos eran mejores que en septiembre, donde aparecieron los rebrotes por los excesos veraniegos. Aún así, en ninguno de los dos escenarios habría sido aconsejable. En esta ocasión, sin embargo, se cuenta con otro intangible decisivo: la vacunación.

Eso y más cosas también se tienen que ver con los artistas falleros. Hoy mismo, aparte del pleno extraordinario, el presidente de la JCF Carlos Galiana se verá con el nuevo maestro mayor, Paco Pellicer. Con un punto del orden del día claro para éste: «tener un calendario de acción. Para saber cuando podemos o debemos contratar personal y para poder estimular las contrataciones que faltan para 2022, especialmente en los pueblos». Incluyendo problemas de índole legal: «hay que pensar que no todos los talleres van a sobrevivir. ¿Qué responsabilidad tienen, si no pueden seguir, de plantar lo que se habían comprometido en marzo de 2021 y que se va a julio y no digamos a septiembre?. Necesitamos saber cosas».