El acuerdo de la totalidad de la corporación municipal, en diciembre de 2015, para "hacer algo" con la Ciudad del Artista Fallero tiene una primera propuesta, tras el encargo de Cultura Festiva. Una idea que cambiaría totalmente un distrito que amenaa con extinguirse.

Una de las primeras acciones protagonizadas por el gobierno de progreso en el Ayuntamiento de València relacionadas con las Fallas fue uno de esos pocos consensos que se han dado en los últimos seis años: una foto de todos los partidos municipales firmando y comprometiéndose a activar la Ciudad del Artista Fallero. A sacarla de la decadencia que se le apreciaba apenas rascando un poco, por culpa de causas objetivas: la obsolescencia de las naves para las nuevas exigencias artísticas, la competencia de otros polígonos industriales y el encorsetamiento urbanístico.

El documento era un primer paso que, aprovechado hasta la última gota, podría convertir este singular complejo de naves en un parque tecnológico de la fiesta fallera, con su punto de parque temático. Convertirlo en un núcleo de producción y atractivo turístico. Para ello contaba, cuenta, con la ventaja de estar rodeado de grandes parcelas yermas.

La paternidad del impulso hay que atribuírsela a Fernando Giner. En los primeros meses como portavoz de Ciudadanos se reunió continuamente con los responsables del Gremio de Artistas Falleros y es quien generó un decálogo de medidas a desarrollar en la casa grande. Actuaciones que incluían cirugías menores y de bajo coste y acometidas de gran calado, para las que hacen falta el compromiso de administraciones. Que no llega.

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Así está la Ciudad del Artista Fallero en la actualidad Moisés Dominguez

Durante los siguientes años, el proyecto se ha quedado en un apartadero. Apenas unos pequeños gestos, los puntos uno y dos del decálogo. Mientras, el sector profesional ha visto caer sobre sus espaldas dos enormes losas. Por una parte, la propia sinrazón de los profesionales, capaces de producir fallas muy por debajo de unos costes de mantenimiento del negocio mínimamente rentables. Por otra, el demoledor impacto de la pandemia, que tiene el oficio en un «ay» ante las consecuencias del mismo. La realidad palpable, a día de hoy, es que apenas se ha avanzado y que los propietarios han ido cediendo las naves al mejor postor. De tal manera que la construcción de fallas convive con iglesias, carpinterías metálicas, talleres mecánicos o gimnasios. Lo menos parecido a lo que se imaginaría Regino Mas cuando, como sumo hacedor del Gremio, puso la primera piedra en 1965.

Ahora acaba de darse un primer paso con la redacción de «Ciutat de l’Artista Faller. Bases estratégicas para la recuperación y la transformación», encargado por la concejalía de Cultura Festiva a la consultoría en Cultura y Comunicación Comunalink. Se trata del primer análisis serio del estado actual y la primera propuesta de reactivación del polígono. Este estudio, que no tiene carácter ni decisivo ni vinculante, pero que sí que es una primera aproximación, se conoció cuando, el pasado mes de noviembre, el propio Giner encargara el informe externo sin consultar con el Gremio de Artistas Falleros (precisamente para obtener una visión lo más "blanca" posible)

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Las fases de un desarrollo de la Ciudad del Artista Fallero Fuente: Culturalink

Transformación absoluta

El trabajo es un Estudio de Usos y traza un Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (Perte) que transformaría de arriba a bajo el actual paisaje, creando una ciudad dedicada a la realización de fallas, procesos aplicados a la misma y otras actividades creativas. Un proyecto que habla de crear entre 5 y 10 nuevos talleres falleros, 14 renovados, veinte espacios para profesionales relacionados con el arte y la creatividad, dos grandes espacios inteligentes y el desarrollo de una gran zona peatonal y temática, conocida y apreciada por vecinos y turistas.

Este no es el estudio definitivo. Es una aproximación. De hecho, el proyecto estima como primeras acciones, realizables en 2021 (sería un milagro que así fuera), la redacción del Plan Director.

Coste de 42 millones

Pero este trabajo ya estima cuatro años de trabajos y un coste (se reconoce que simplemente aproximado) de 42 millones, cofinanciados por Ayuntamiento, Fondos Europeos de Recuperación, inversión privada y de otras instituciones. En la lista de agentes clave para la validación y financiación del proyecto están todos los gobiernos, redes estatales, europeas y globales, así como los diferentes ecosistemas del conocimiento, formación artística, cultura o innovación.

El equipo responsable del proyecto está coordinado por Chema Segovia con la participación de Pau Rausell, Tony Murphy, Antonio Laguna y Guillem Bacete. Rausell ya ha sido responsable de varias tormentas de ideas en relación a la necesidad de una nueva generación de naves. En 2008 presentó un proyecto encargado por el Gremio de Artistas Falleros en el que destacaba el potencial turístico de los talleres y en 2010 también proponía el reciclado de las bases de la Copa del América en un distrito fallero.

«El reto ahora es desarrollar las voluntades, darle fondo, articularlo y componer una visión de futuro nítida, sólida y ambiciosa. Una visión capaz de encender la ilusión y de ganar las adhesiones que se precisan para impulsar un proceso complejo y de envergadura como es el relanzamiento de la Ciutat de l’Artista Faller» aseguran los responsables, que destacan que «es el momento ideal gracias a la apertura de diferentes ventanas de oportunidad en los escenarios local, regional y europeo».

Talleres, calles, espacios

El escenario que se pinta en el proyecto se va llevando a cabo durante cuatro años. E incluye varias líneas maestras: reforma (u obra nueva tras demolición) de talleres actuales, ya obsoletos; creación de nuevos talleres y viviendas-taller; edificios singulares como son «La Gabia» y «L’Andana»; peatonalización blanda de los espacios, con prioridad tanto al viandante como al trabajo de los artistas a pie de calle, siempre necesaria; y generación de espacios para otros oficios: proveedores de artistas falleros como de carácter artístico y creativo. En definitiva, un Distrito Creativo, que aumentara el prestigio del barrio de Benicalap y se convirtiera en un foco social y turístico.

Esta tormenta de ideas daría finalmente utilidad a las parcelas de terreno que separan los talleres de la Ronda Norte. Ahí irían a parar naves de nueva creción, con espacios dedicados a actividad complementaria y la «Gabia». «Tras el terrible impacto que ha tenido sobre el mundo fallero la crisis sanitaria, el golpe debe ser respondido con acciones decididas de reimpulso» aseguran los redactores del proyecto. Ahora hace falta iniciativa y dinero.