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La sangre fallera salva 7.000 vidas

El Centro de Transfusión destaca su «gratitud» por la actitud de los actores de la fiesta

La sangre fallera salva 7.000 vidas | FOTOS DE LAS COMISIONES

Que las Fallas han saldado la vida, a día de hoy, a 7.509 personas es una verdad estadística. No está mal tirado: es la sencilla operación institucionalizada que recuerda que una bolsa (450 gramos) de donación sirve para atender a tres personas en operaciones de alto o altísimo riesgo, que precisan de el plasma o cualquier otro elemento biológico. Y una verdad absoluta, por matemática: más de una tonelada de sangre fallera corre por las venas de miles de personas desde que empezó la pandemia. «El Centro de Transfusión siempre mostrará la gratitud a éste colectivo y significará su solidaridad» asegura su directora, la doctora Cristina Arbona.

La sangre fallera salva 7.000 vidas

Son algunos de los datos extraídos del recuento de una de las acciones solidarias más globales, si no la que más, de la historia de la fiesta: la donación de sangre en las circunstancias sociales más especiales de los últimos cien años.

La sangre fallera salva 7.000 vidas

Forma parte del acuerdo de las comisiones con el Centro de Transfusión de la Comunitat Valenciana, y producto de una situación no menos excepcional. Con la llegada de la pandemia el centro perdió de golpe sus puntos naturales de ubicación, los centros de salud. Y ha pasado dificultades para encontrar sitios donde atender al ciudadano. «Los casales han solucionado parte de esas dificultades» aseguran desde el centro.

La sangre fallera salva 7.000 vidas

Una necesidad imperiosa

Hacer los casales espacios para donar sangre existe desde hacía años. Pero cuando el mundo se puso patas arriba, su uso se convirtió en necesidad. Y nada más empezar el confinamiento ya se producían las primeras donaciones. La falla Plaza de Segovia, sirva como ejemplo, ya lo hacía un 3 de abril, con la ciudadanía encerrada a cal y canto. Cinco días después fue Lepanto-Don Juan de Austria. Y así, gota a gota.

«Desde que comenzó la pandemia los falleros han mostrado una enorme sensibilidad y han prestado su colaboración de forma desinteresada cediendo sus locales y haciendo llamamiento dentro de cada casal», reconocen en el Centro de Transfusiones.

No es fácil donar. Hay que vencer  aprensiones. Pero se ha superado hasta 2.503 veces y «casi doscientos se han animado por primera vez».

Precisamente por su carácter global, la sangre fallera ha conseguido lo que años y años de acciones individuales no han logrado de la misma forma: visibilizar a las Fallas como entidad solidaria. Reconocido por las autoridades municipales. Y hay que añadir el ofrecimiento de los casales desde la Interagrupación para convertirse en lo que necesitaban las autoridades sanitarias, espacio de vacunación o centro logístico. Ofrecimiento que también se visibilizó.

La acción ha dejado imágenes para la historia. Camillas y antebrazos extendidos en un escenario de estandartes, fotos de falleras mayores y hasta fallas empaquetadas, como en el casal de Doctor Domingo Orozco. Otras han chocado por su «tempo»: histórica es la imagen del casal de Músico Espí lleno de camillas e hipodérmicas un 16 de marzo, cuando debería estar bullendo de actividad festiva. El reflejo de un momento inimaginable tiempo atrás.

La ecuación «una bolsa = tres vidas» tiene su razón de ser: «porque son tres los productos que se producen tras una sola bolsa de sangre». Y es que, una vez superada la posible aprensión, queda el legado: «Los pacientes siempre necesitan dosis de productos derivados de la sangre: oncología, enfermedades de la sangre, anemias, quemados, operaciones, accidentes de tráfico... todos estamos expuestos a cualquiera de estos problemas de salud, por tanto la donación de sangre es responsabilidad de todos. El mundo fallero ha cumplido de forma extraordinaria». Siete mil quinientas vidas posiblemente.

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