No es la falla «Açó també passarà». Pero es que ni siquiera es La Meditadora. «Es un trozo de Meditadora». Pero cuando salte a la calle, la última semana de agosto, se convertirá en de la figura más reconocida y más fotografiada de la historia de las Fallas. Y una de la que más de la historia de la ciudad. Aunque más allá de las limitaciones, o enormes limitaciones, que tendrán las Fallas de Septiembre, queda la sensación de que a esta obra artística no se le ha sacado todo el jugo social que se podía.

El busto de la falla municipal está ya preparado. Después que, a finales de junio, abandonara su hibernación en La Marina, se le ha sometido a restauración y vuelve a ser lo que fue. O lo más parecido. No la falla, pero sí el trozo que saldrá a la calle, poco más de un tercio del proyecto inicial. Porque con esa frustración se quedan los artistas Manolo Martín y José Ramón Espuig. «Sentimos no poder verla al completo, como no la hemos podido ver en ningún momento. Dadas las circunstancias, nos atenemos a lo que hay y así será».

Se convierte pues en «un encargo que, como profesionales, cumpliremos. Pero como artistas nos habría gustado otra cosa porque además la ocasión la merecía en todos los aspectos». Se le podía haber sacado más rendimiento. «Habría sido una reivindicación de reconstruir todo lo que hay que reconstruir en esta ciudad después de lo que hemos pasado».

Pero reconstruir íntegramente la figura nunca estuvo en la agenda municipal. Y los artistas lo saben. «Del primer momento no hubo opciones y como profesionales que somos se queda en una mera restauración y puesta en valor de lo que quedó».

15

Fallas 2021: Así se ha restaurado el busto de la Meditadora

Ceremonia no conveniente

«Que -insisten- no de La Meditadora, sino una parte de ella. Se empezó con muchísima ilusión, pero el final es para olvidarlo. Ha faltado poner el final, que no es el que podía haber sido y que cualquier falla se merece».

Tanto es así que, en principio, la figura sale sin la mascarilla. Ese detalle aparentemente tan sencillo, pero a la vez tan genial, que multiplicó por mil la carga simbólica de la obra. Ni siquiera a día de hoy, es conveniente hacer un ritual de quitarla una vez plantada: expandiría el concepto de «quitémonos todos las mascarillas», cuando los mensajes institucionales reiteran que cuando más se lleve puesta, incluyendo exteriores, mejor.

Ni tampoco su retirada puede simbolizar la derrota sobre el virus, porque ésta aún no ha llegado. Así que, mientras no haya contraorden, se expondrá como debía haberse expuesto en un marzo normal de un 2020 normal.

Lamentan los artistas además la pérdida de la rotación de la figura completa. «Hicimos una gran apuesta técnica y económica, un 25, 30 por ciento y habría sido un éxito. Estaba probado y funcionaba bien.

Dañada por las inclemencias

La falla, o el trozo de falla, llegó al taller necesitada de una profunda remodelación. «Sufrió más por los días de marzo en la calle, en los que no paró de llover, que por estar en La Marina». La consecuencia es que la cara se había convertido, en muchos casos, en una pasta. Y hubo que proceder a una completa operación de cirugía estética. «Primero descarnar la piel que se estaba desprendiendo. Después, remodelado de las zonas dañadas, como las orejas, un poco la nariz, bastante la boca... y a partir de ahí, como empezar de cero: encartonar tres o cuatro manos de gotelé, lijado y pintura». El diseñador Escif, responsable del diseño, ha estado en el taller para llevar a cabo una pintura que, una vez en la calle, con los juegos de luces y sombras de un sol de septiembre, podría remodelarse.

Visita al peluquero

Y hubo que hacer una visita al peluquero. Peinado y tinte. «Ha habido que reponer vareta que se fue rompiendo. Una vez repuesta, se le da una mano completa de pintura».

También necesitó fisioterapia. «En paralelo hubo que reponer toda la parte estructural interior, Era importante porque, aunque eso no se vea, había sufrido daños con tantos movimientos».

«Se recordará en cien años»

Y ahora queda engañar un poco a la vista: «Preparar el pedestal nuevo». Necesario para que gane altura y para que la mata de pelo caiga hasta el suelo.

«Estamos cumpliendo como profesionales» concluyen Espuig y Martín. Les queda, eso sí, un sentimiento que el que más, el que menos, da por hecho: «Esta falla se recordará dentro de cien años».

A lo largo de varias semanas, los talleres de Manolo Martín y José Ramón Espuig reconstruyeron el busto de la Meditadora a base de desbastar toda la superficie afectada por las inclemencias y aplicando las diferentes capas y lijados para que recupere la tersura.