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María Albors Calduch: Una fallera con planta y de "plantà"

María Albors Calduch

No es fácil ser de la falla del Pilar. Hay que llegar avalada por algún miembro de la comisión. «Se lo debo a mi tío. Mi tío entre comillas, el presidente, José. Es el mejor amigo de mi padre de toda la vida. Han estudiado juntos, veraneamos juntos en Venta Mina... y nos apuntó según fuimos naciendo tanto yo como mis hermanos menores». Ahora es la más joven del grupo con 21 años. Y una candidata de las potentes. También de las más altas. La primera o la segunda. «Entre Beatriz Buhigues y yo».

«Me gradué en derecho en junio y mi intención es empezar a preparar la oposición a letrada de la administración de justicia. El antiguo secretario judicial, en octubre». Ahora tiene que reestructurar la agenda opositora con una idea clara en las prioridades: «Este año, las Fallas. Puedo organizarme». También ha trabajado en la ONG Xarxa Dones «dando charlas dentro de lo que es el entorno legal».

Fallera de falla, muy de falla. «¿Qué falla me ha impactado de las de mi plaza? Viéndola en fotos, las Cacerías de Monterrubio, porque yo aún no había nacido. De las que he vivido, seguramente la Noche en la Ópera de Lafarga. Yo tenía ya nueve años y me impactó. Aunque no ganara». Este año, en medio de tanto gamusino, ella ha sido hasta ninot de falla en una escena.

Hija de barrio. «Mis abuelos Calduch proceden de Pedralba y Bugarra. Cuando llegaron a València mi abuelo puso una tienda que arreglaba máquinas de escribir y los primeros ordenadores, cerca del colegio en el que estudié, el Salesianos San Antonio. Yo era la nieta de «Joaquín el de Olivetti». Su historia fallera también se escribe con letras de molde. 

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