Una de cal y una de arena. Y se veía venir. La asamblea de presidentes aprobó el adelanto de los horarios de la «cremà», pero echó por tierra la sesión matinal de la Ofrenda.

La primera obtuvo una clara adhesión: 172 votos a favor y 52 en contra. Entre los argumentos a favor, racionalizar los horarios. Cuando, hace setenta años, se quemaba a las doce, ni había tantas fallas ni necesitaban de vehículos de bomberos yendo de falla en falla. Ahora eso sí que ocurre y se acaba entradísima la madrugada. A partir de ahora, las fallas infantiles se quemarán a las 20 horas (20.30 la ganadora de Especial y 21 la municipal) y las mayores a las diez de la noche. A las diez y media la ganadora de Especial; a las once la municipal y entre las doce y la una las que vayan en la cola del turno de bomberos. Pero ya no es quemar a las tres o cuatro de la madrugada.

Se trata, curiosamente, de un cambio muy sustancial respecto a «la tradición». La medianoche ha sido la particular hora bruja de la fiesta. Pero las circunstancias, ahora, son muy diferentes. La asamblea optó por el pragmatismo del cambio.

Ahora, este cambio debe refrendarse con la aprobación del Programa de Festejos, que llegará el próximo mes. Tanto el pleno como la asamblea. Obviamente, con semejante refrendo, no habrá problema.

Las Fallas aprueban adelantar dos horas su «cremà» para evitar acabar de madrugada

Argumento decepcionante

Después llegó el debate sobre celebrar una tercera sesión de la Ofrenda: el día 18 por la mañana. Ahí cayó el voto en contra como un jarro de agua fría. Daba la sensación de que Carlos Galiana no se lo creía: «pensaba que el debate sería por la ocupación de Ciutat Vella, pero sólo se ha hablado de otra cosa». De la juerga y la verbena. Porque el único argumento esgrimido para votar en contra fue que cómo se va a acudir a la Ofrenda, teniendo que madrugar, con lo tarde que se acaba por las noches, especialmente si se acaban las restricciones.

Para entendernos, la verbena y la discomóvil (ni siquiera se sugirió cambiarlas por tardeos) se priorizaron sobre un desfile que dejaba «limpias» las tardes y noches del 17 y 18. Tampoco debe extrañar: el proceso inexorable de nocturnidad en la fiesta ha ido acabando con un elemento esencial de la misma, la «despertà», que agoniza desde hace décadas.

La conclusión fue que los niños y las chicas jóvenes no irían a la Ofrenda. Hasta se aventuraron descensos en el censo en ese caso.

Nadie preguntó qué pasa con las «mascletaes» en la plaza del Ayuntamiento. Si podría ser un inconveniente para ese desfile. La incidencia, tan machacona como hiriente, era que es incompatible con acabar tan tarde.

Tan sólo un par de argumentos complementarios y algo más coherentes: los sectores, como Zaidía, que tienen el homenaje a Maximiliano Thous (aunque bien se puede reformular a la tarde); las dudas de sectores periféricos por tener que acudir aún más temprano y, sobre todo, un error de bulto de la JCF: presentar la propuesta el fin de semana, sin tiempo para que las comisiones pudieran mostrarlo en sus juntas. Y no habría estado nada mal mostrar una simulación de cinco o seis años para que el pueblo lo entendiera. Aunque, visto lo visto, de que lo importante es no madrugar, tampoco es que importe demasiado.