Devoción, emociones y retrasos ante la Mare de Déu en el primer día de la Ofrenda

El acto evita el caos pero no acabar muy tarde en la Ofrenda más difícil de organizar

Primer día de la Ofrenda de Fallas.

Primer día de la Ofrenda de Fallas.

Moisés Domínguez

Moisés Domínguez

Pánico auténtico tenían los rectores de la fiesta a la jornada del 17 de marzo porque se juntaba en su interior lo peor de cada casa en materia organizativa. La entrega de premios se salvó mucho mejor de lo imaginado. Tanto es así, que los problemas vinieron más en la tribuna que en la calle y el reparto de estandartes pudo realizarse sin convertirlo en un problema de orden público.

Con la Ofrenda pasó lo mismo en algunas cosas y en otras no. En materia de orden público se saldó bastante mejor que en anteriores ocasiones porque se pusieron medios para ello. Pero en lo tocante a los protagonistas, los falleros, tuvieron que armarse de paciencia y soportar no sólo el relente que azotó toda la tarde, sino el retraso que se fue acumulando. Aunque más fue en origen, cuando salí con taras.

Era de esperar porque, así lo denominaban ellos mismos, la jornada de ayer era la tormenta perfecta también para la Ofrenda. Por una parte, la desbordada participación, que ya se intuía cuando se constató que el censo fallero se disparó en las últimas semanas. Si a eso se añade que era domingo y, por consiguiente, era más fácil vestirse, y que fueran más los falleros y falleras que tomaran parte, la riada humana se multiplicaba. Pero es que, además, el inicio ya partió con retraso y no debe extrañar porque al centro no le dio tiempo a disolver las multitudes que acudieron al disparo. Por eso, los primeros -la falla Pie de la Cruz- entraron en la plaza ya con minutos perdidos sobre el horario. Y, por si fuera poco, el de ayer fue el «recorrido largo»; es decir, el que tiene más participantes. La consecuencia inmediata fue que, entrada ya la noche, los retrasos acumulaban más de una hora de tiempo perdido. Mala suerte para los infantiles, aunque para las finalizadoras del desfile, Marina García y la corte infantil, poco importaba porque estaban en su gran momento.

Luego, la Ofrenda sigue un curso más o menos natural: el interés va decayendo conforme pasa la tarde y ya por la noche no es que se celebre en familia, pero sí que queda con una asistencia más moderada.

Pero la asistencia esta vez no tenía mucho que hacer para poner en peligro la organización del acto: el recorrido prácticamente se blindó con vallas enbridadas. Esto no quiere decir que no hubiera problemas y que la Policía Local tuviera que -emplearse a fondo, identificando a aquellos que intentaron ser más listos y, como si de un salto de la verja se tratara, intentaron franquear por arriba las vallas. Hubo momentos de tensión, cuando algunas personas intentaban cruzar por donde no les correspondía y la Policía tenía que ser extremadamente severa.

Eso, en el recorrido oficial, que todo lo que empieza tiene que acabar. Y ahí, el sufrimiento vino especialmente en la calle Caballeros, donde hubo colapsos en más de un momento, especialmente a primera hora, donde los parones se prolongaron hasta pararse el tránsito de fallas en la propia plaza.

Mientras, en la plaza se iba tejiendo el mando. La Ofrenda había empezado con un minuto de silencio en recuerdo de las víctimas del incendio de Campanar. Pero antes aún lo había hecho con las primeras ofrendas espontáneas, que se podían ver en el cadafal desde primera hora de la mañana.

Puerta de los Apóstoles

A lo largo de la tarde se fue tejiendo el manto. Y desde hace tiempo tiene su razón de ser. En este caso había que agudizar la intuición para descubrir el motivo entre una maraña de líneas paralelas. Saltaba a al vista que era un edificio eclesiástico, por su arco. Conforme pasó la jornada y la oscuridad permitía apreciarlo mejor quedó desvelado con más nitidez: es la Puerta de los Apóstoles. ¿El motivo? Hace un homenaje a uno de los Patrimonios de la Humanidad que tiene la ciudad de València. En concreto, el inmaterial que fue designado años antes que las propias Fallas: el Tribunal de les Aigües. Se trata de una alusión que estaba prevista desde antes de la pandemia pero que quedó aparcada o convertida en proyecto mientras sucedían cosas extraordinarias. Primero hubo un manto combinativo sin más; después, el Ave Fénix, más que justificado y el año pasado, con motivos sobrados, el CEntenario de la Coronación. En esta ocasión ya tocaba. Y más aún: en la jornada de lunes, para rematar el desfile y la composición artística, se incorporará un «chuzo» de madera de gran tamaño que estará en la parte trasera del manto, como alegoría del tribunal. Mucho rojo y mucho blanco, con apenas unos detalles multicolores -que se iban acumulando en montañitas a la espera de ir yendo a parar a su espacio natural. El que presidirá la plaza hasta el día 21. Pero para eso falta bastante: toda una segunda jornada, con la misma torrentera de sentimientos.