La brecha de género en las pensiones aún supera los 500 euros en la Ribera

La jubilación presenta unas condiciones económicas más precarias entre las mujeres, que en muchas ocasiones requieren de complementos

Una pareja jubilada de paseo, en una imagen de archivo.

Una pareja jubilada de paseo, en una imagen de archivo. / Iñaki Osorio

Rubén Sebastián

Rubén Sebastián

Cada 8 de marzo queda patente que la sociedad occidental todavía tiene un largo camino que recorrer para conseguir que la igualdad entre hombres y mujeres sea efectiva en todos los ámbitos. Un día al año en el que se pone de manifiesto que todo avance conquistado a través de la lucha feminista se queda corto ya que son muchas las desigualdades que persisten. Hay datos que demuestran, todavía en la actualidad, que existe una brecha de género. Uno podría ser, por ejemplo, la diferencia de casi 500 euros que separa una pensión media de jubilación dependiendo de si esta va a un nombre masculino o a uno femenino.

Los últimos datos publicados por el Institut Valencià d’Estadística hacen referencia al año 2022 y son los que permiten conocer la realidad a nivel comarcal. El importe mensual medio de un hombre jubilado era de 1.348 euros en la Ribera Alta y 1.409 en la Ribera Baixa, mientras que en el caso de las mujeres las cuantías ascendían a 844 y 901, respectivamente. Más allá de las diferencias entre una zona y otra, la verdaderamente significativa es la que existe entre un género y otro. Alrededor de quinientos euros mensuales que, a lo largo de todo un año, representan una brecha de seis mil euros, aproximadamente. A pesar de que el balance estadístico comarcal no recoge cifras más recientes, a enero de 2024 la diferencia era muy similar en la media estatal (1.504 euros frente a 1.018).

Viudedad

Aunque también sea un dato anterior, el propio ministerio de Seguridad Social reconoció no hace mucho las enormes desigualdades: «Las mujeres perciben la mayoría de las pensiones más bajas: representan más del 92 % de las pensiones de viudedad; el 68,5 % de las prestaciones a favor de familiares y el 30 % del total de las prestaciones que perciben las mujeres requieren del complemento a mínimos (17 % en el caso de las pensiones que perciben los hombres)».

Otra estadística, publicada ya el pasado año por Levante-EMV, que pone de manifiesto la brecha de género es que una de cada tres personas en situación de desempleo en la comarca es una mujer de más de 45 años. El rostro de la precariedad laboral es femenino. Al respecto, el citado ministerio hacía especial hincapié en que más del 85 % de las excedencias por cuidado personal las solicitaban mujeres y en que ellas acaparaban también casi el 75 % de los contratos a tiempo parcial. De hecho, el Gobierno reformó recientemente el sistema de pensiones para eliminar los coeficientes reductores que penalizaban las prestaciones que se veían afectadas por la parcialidad y la temporalidad y, en consecuencia, a las mujeres, que acaparaban mayoritariamente este tipo de contratos.

Lejos de los contratos

El mercado laboral ha relegado, históricamente, a las mujeres a un segundo plano, obligadas a ejercer únicamente el rol de esposas y madres. En una comarca como la Ribera, donde la agricultura ha sido el principal motor económico durante décadas, los almacenes de naranja han representado durante décadas una oportunidad de trabajo. Aunque, ya fuera en el sector citrícola o en otras actividades económicas, las mujeres han sufrido siempre unas condiciones monetarias discriminatorias. Por no mencionar aquellos casos en los que, directamente, no existía ningún tipo de contratación reglada. Una situación que se ha traducido en generaciones femeninas dependientes, pues no se les reconocía una jubilación y solo a través de las pensiones de viudedad percibían unas prestaciones más dignas.

Dice el propio ministerio que la base de cotización de hoy marca las pensiones de mañana. Del mismo modo, las pensiones de hoy son consecuencia de las cotizaciones del ayer. Un ayer, una historia, que ha confeccionado unas desigualdades de género que permanecen vigentes.

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