Los materiales del riego por goteo actual dificultan el reciclaje y propician la quema de materiales que contaminan o la pérdida de calidad de suelos fértiles. Esta es la razón por la que El Instituto Tecnológico del plástico (Aimplas), a través del programa europeo Drius, ha desarrollado una forma de cuidar el medio ambiente sin alterar la manera tradicional de regadío. Un grupo de seis investigadores dirigido por Chelo Escrig ha dado con la clave: cambiar el material utilizado en las tuberías y goteros de forma que pase de ser plástico no degradable a plástico «orgánico».

Utilizar un material 100% biodegradable en el cultivo de mata supone un cambio importante ya que permitirá a los agricultores arrancar las plantas junto con las tuberías de goteo y convertirlas en abono sin necesidad de separarlas. En este momento, sobre todo en pequeños cultivos estacionales como las fresas o los tomates, las tuberías de riego son muy finas y se enredan con las plantas de forma que al arrancarlas es imposible separar unas de otras. Esta mezcla de materiales sintéticos con orgánicos provoca que los residuos no se ajusten a ningún contenedor y al no poder ni reciclarse ni convertirse en abono terminan quemados en una hoguera. Según describe Escrig,« los agricultores no pueden pararse a separar los finos hilos de plástico enredados en las matas , sobre todo en cultivos de varias hectáreas, por lo que se genera un compuesto que o bien acaba en vertederos, o se tritura y se deja en el suelo menguando su calidad o, como pasa en la zona de Valencia, se quema».

Con el uso de este plástico biodegradable en el goteo desaparece este problema. «Al tratarse de un material que puede ser sometido a un proceso de compostaje, es decir, que puede convertirse en abono natural cuando el ciclo de cultivo acaba, no es necesario proceder a la combustión. El agricultor puede coger los restos de la cosecha y convertirlo en fertilizante. Las tuberías se transforman en "compost" antes de cuatro meses y los goteros antes de seis meses», detalla Escrig.

Además, el material está diseñado para aguantar las condiciones extremas del campo como lo productos químicos o el efecto del agua y el sol sin sufrir deformaciones. «Y no sólo eso», puntualiza Escrig, «ya que decidimos crear algo nuevo hemos creado un plástico que además de ser biodegradable y compostable proviene en un 70% de materias naturales con base PLA (un tipo de azúcares). Normalmente el plástico está hecho a base de restos de petroleo, pero el fuel no es renovable, así que hemos intentado que la fuente de nuestro material fuera lo menos "acabable" posible».

De momento, se ha concluido la fabricación de la tubería y el trabajo consiste ahora en conseguir un gotero que funcione a la perfección. Escrig explica que se trata de una pieza delicada: « Teníamos problemas de diseño porque según la geometría interna de los goteros el caudal varía y cada cultivo necesita una cantidad de agua, no vale con hacer un molde y reproducirlo».

Insiste en explicar la importancia que un sistema de micro irrigación completamente biodegradable supone para la protección del medioambiente y la reducción de residuos: «El plástico es un material reciente que lleva usándose desde 1950 y todavía no sabemos a ciencia cierta cuánto tarda en desaparecer, puede que 300 años. Su durabilidad es la ventaja pero también el inconveniente. Este nuevo material combina ambas cosas, dura y desaparece en un máximo de dos años en condiciones no controladas, como un papel».