Plaga de insectos

La psicosis por los chinches de cama llega a la primera línea política en Francia

Un 11% de los domicilios franceses se han visto infectados por los chinches de cama desde 2017

La psicosis por los chinches de cama llega a la primera línea política en Francia.

La psicosis por los chinches de cama llega a la primera línea política en Francia. / EFE

Enric Bonet

De un extremo al otro. El problema de los chinches de cama ha pasado en apenas diez días en Francia de ser una cuestión tabú y marginada mediáticamente, a pesar de ser un verdadero infierno para aquellos que sufren estos pequeños insectos, a convertirse en el gran tema de debate en estos momentos, tanto en la calle como en los platós de televisión y las altas esferas políticas. Una omnipresencia algo ridícula -en plena guerra de Ucrania, crisis climática y después de que el Estado francés haya sufrido un revés mayúsculo con su retirada militar de Níger-, pero favorecida por el efecto lupa de las redes sociales y los medios de comunicación.

¿París y otras ciudades francesas hacen frente a una plaga de los chinches de cama? ¿Su presencia ha aumentado de manera explosiva en 2023? "Últimamente, se habla mucho sobre estos insectos. Sin embargo, cuando examinamos los datos, vemos que hay un aumento continuo desde 2017, pero no estamos ante un incremento explosivo este año. Estamos sobre todo ante una espiral mediática un año antes de los Juegos Olímpicos" en la capital francesa, asegura a EL PERIÓDICO DE CATALUNYA, del gruypo Prensa Ibérica, la entomóloga Lena Polin, conocida por su trabajo como divulgadora en las redes sociales, por ejemplo, en Instagram donde tiene unos 50.000 seguidores con el usuario Lena Scarabête. "Es un problema mundial, no se trata de un fenómeno exclusivamente francés", añade.

“Hay un aumento de los chinches de cama en todo el mundo. Esta tendencia empezó en los años 1990 y continúa de manera lenta y persistente, sobre todo debido a la globalización y la facilidad de viajar de un país al otro”, explica el entomólogo Claudio R. Lazzari, de la Universidad de Tours. Presidió en los últimos años un grupo de estudio sobre esta cuestión para el ANSES, un organismo gubernamental. Un 11% de los domicilios franceses se han visto infectados por los chinches de cama desde 2017, según ese amplio informe. Su presencia ha ido creciendo en los últimos años, de acuerdo con los datos de las empresas dedicadas a su erradicación. El pico actual "probablemente se debe al Mundial de rugby", sostiene Lazzari.

Salpica al Gobierno de Macron

Como los chinches de cama no transmiten agentes patógenos, no se consideran un problema de salud pública en Francia. Esto ha favorecido que primen numerosos falsos tópicos sobre estos parásitos, por ejemplo, el hecho de relacionarlos con la falta de higiene y la pobreza, cuando en realidad se deben sobre todo a la movilidad humana y el turismo. También que este problema quedara recluido a la esfera privada y que la administración no le diera una gran relevancia. “Hasta ahora, la acción pública había sido muy débil sobre esta cuestión”, lamenta Jean-Baptiste Eyraud, el portavoz del colectivo Droit au Logement. Esta asociación, parecida a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), ya había alertado hace cinco años sobre este problema, sobre todo por su presencia en aquellos hoteles precarios en que alojan a personas sin domicilio.

Pero a raíz de un mensaje a finales de agosto de una joven que denunciaba haber sido picada en un cine en París, se ha creado toda una bola social y mediática. En cines, hoteles, metros, escuelas… En las últimas semanas, se han multiplicado los mensajes de denuncia en las redes sociales -algunos de ellos ciertos, otros falsos- sobre estos parásitos. Incluso una empresa parisina ha confinado a sus trabajadores debido a este fenómeno. Una psicosis que ha salpicado al Gobierno de Emmanuel Macron.

El Ejecutivo centrista celebrará este viernes una reunión interministerial sobre esta cuestion. El grupo parlamentario del partido presidencial anunció esta semana una propuesta de ley, que se debatirá en diciembre, para decretar los chinches de cama como un problema de salud pública. El Partido Socialista también prepara una iniciativa legislativa para que este fenómeno se incluya en los seguros inmobiliarios, ya que "muchas personas renuncian" a actuar contra estos parásitos "debido al coste exorbitante del tratamiento -entre 800 y 1.000 euros- o lo hacen de manera incorrecta".

Inmigrantes, en el punto de mira

"Lo que pedimos principalmente es que los chinches de cama sean reconocidos como un problema de salud pública. Que dejemos de decir a la gente que se espabile por su cuenta”, declaró la diputada Mathilde Panot, de la Francia Insumisa (afines a Sumar), una de las políticas que más ha alertado sobre este problema en los últimos años. "Hemos perdido seis años", lamentó esta representante, que intervino el martes en la sesión de preguntas al Gobierno con un pote en que había chinches muertos en su interior. 

Como era previsible, la psicosis de los últimos días se ha visto atrapada por otra plaga que sufre el país vecino: la derechización de una parte de su opinión pública y clase política. En los medios de derecha y ultraderecha, han vinculado su presencia creciente con la inmigración. "Está relacionada con la acogida de los migrantes", denunció Olivier Marleix, el presidente del grupo parlamentario de Los Republicanos (LR, afines al PP).

Según el científico Lazzari, la inmigración "no me parece un factor que incida de manera significativa en la presencia de los chinches de cama. En grandes ciudades como París, el flujo de turistas es mucho más importantes que el de inmigrantes". A pesar de que la mediatización ha generado cierta histeria social, la entomóloga Polin ve positivo que se haya convertido en un tema de debate nacional: "Hasta ahora, en Francia no había la obligación de tratar las plagas de chinches de cama. Había personas modestas que no se podían permitir financiar un tratamiento". Aunque estos insectos pican por igual a los ricos que los pobres, las diferencias de clase también inciden en la gravedad del problema. Y en el infierno en que pueden convertirse.

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