La restauración de la mina Fortuna de Ademuz ya se exporta Suecia y Colombia

El programa Tecmine de la Generalitat es finalista en los premios LIFE de la Unión Europea a mejor proyecto del año. El diseño de esta restauración ya se ha implementado en Alpuente y lo hará en Andilla, Titaguas y Villar, además de Cuenca

Después de intervenir la Mina Fortuna en Ademuz con el proyecto Tecmine. Concretamente, se aprecia cómo está en estos momentos la laguna, con especies de ribera.

Después de intervenir la Mina Fortuna en Ademuz con el proyecto Tecmine. Concretamente, se aprecia cómo está en estos momentos la laguna, con especies de ribera.

Amparo Soria

Amparo Soria

La Comunitat Valenciana ha sentado un precedente y ha abierto camino en uno de los retos ambientales más ambiciosos: la restauración de minas explotadas. En estos momentos, el proyecto Tecmine impulsado por la Generalitat y participado por otros organismos se está implementando en Suecia y Colombia, pero también en Castilla -La Mancha y pronto en una decena de minas valencianas abandonadas en La Serranía. Todo empezó como un proyecto piloto en 2016 y siete años después, es una referencia nacional e internacional. Esta semana ha quedado patente, ya que los responsables han recibido la notificación de la Comisión Europea de que el programa es uno de los nueve nominados para ser el mejor proyecto LIFE de 2023.

El objetivo es fácil, pero el procedimiento no tanto: cómo reintegrar en el paisaje y en el medio natural una explotación minera que ha destruido durante décadas varias hectáreas de paisaje. Desde 1982, la normativa obliga a restaurar estas zonas por parte de la empresa promotora. Desde 2005, en la Comunitat Valenciana, la restauración debe ser integral siempre que afecte a zona forestal. De ahí que la Generalitat tomara parte y los inicios fueron infructuosos. Todos los intentos por regenerar estas áreas se vieron frustrados debido a la orografía y el régimen de lluvias torrenciales que afectan al Mediterráneo, por lo que los trabajos de reparación medioambiental se deshacían con las primeras lluvias.

"Nos dimos cuenta que teníamos que hacer otra cosa, las restauraciones no estaban funcionando", explica Juan Uriel, jefe del Servicio de Ordenación y Gestión Forestal de la Conselleria de Transición Ecológica. Contactaron con la Universidad Complutense de Madrid porque sabían que estaban haciendo pruebas de restauración geomorfológica, GeoFluv: estudiaban el terreno y los flujos naturales del agua para saber dónde actuar y dónde no, y cómo hacerlo. "Hacían diseños de por dónde discurría el agua y a partir de ahí se hacían movimientos de tierra para adaptar el terreno a estos barrancos, de forma que no se deshiciera la plantación de especies que regenere el terreno", dice Uriel.

Esta técnica geomorfológica replica la configuración topográfica y de sustratos que tienen los paisajes naturales de origen y lo aplican en esas zonas mineras degradadas, con el objetivo de incrementar su estabilidad ante la erosión hídrica y de maximizar la integración ecológica y paisajística de los paisajes post-mineros.

Tras la intervención y antes de ella: así lucía la laguna de la Mina Fortuna de Teruel

Tras la intervención y antes de ella: así lucía la laguna de la Mina Fortuna de Teruel

Una laguna natural con su propio ecosistema

Uriel explica que uno de los puntos más satisfactorios de la recuperación de la mina Fortuna de Ademuz, así como la de Arguisuelas, es la laguna. En estas explotaciones mineras, debido a la tierra arcillosa, el agua acaba filtránose a la sueprficie y se generan lagos naturales que en este proceso de recuperación se han mantenido. No solo eso, sino que se ha incentivado su presencia plantando especies de ribera que estimulen la creación de un ecosistema húmedo propio. Uriel asegura que ha funcionado, ya que pueden verse todo tipo de insectos, cangrejos, ranas y mamíferos que se acercan a beber como los zorros, así como las aves.

A esa alianza con la Complutense se unieron en un consorcio con Vaersa y el Centro de Estudios Ambientales del Mediterráneo (CEAM). Con ellos, la empresa promotora de la mina Fortuna, en Ademuz, que fue el enclave piloto para llevar a cabo esta restauración en 12 hectáreas. Presentaron el proyecto a la Comisión Europea, dentro de la convocatoria LIFE, y se les financió en 2017. Durante los siguientes tres años se llevaron a cabo las obras para mover tierras en ciertos puntos y las plantaciones de vegetación autóctona, y gracias a que 2021 y 2022 fueron muy lluviosos, "los resultados han sido excepcionales", dice Uriel.

Tras una intensa monitorización por parte de las oficinas de la Unión Europea en España, se ha decidido elevar este proyecto al máximo reconocimiento europeo en materia medioambiental, que son los galardones LIFE en Medio Ambiente, Biodiversidad y Clima.

El éxito no solo ha sido ese, sino que poco después de implementar esta restauración en Ademuz, se llevó a Cabezón de la Sal, en Alpuente, a una mina abandonada, así como a Arguisuelas, en Cuenca, en la mina "San Luís" de la empresa SAMCA. Además, está previsto replicar este plan en Andilla, Titaguas, Domeño, Alpuente, La Yesa y Villar del Arzobispo a través de los fondos habilitados de Recuperación y Resiliencia de la Unión Europea. "Una de las ventajas de este proyecto es haber demostrado que se puede llevar a cabo una restauración con un coste similar a la reparación del terreno más común, y que no funcionaba, y por 40.000 euros la hectárea se puede reintegrar una mina en el entorno", explica Utiel.

Visita de la delegación sueva a la Mina Fortuna de Ademuz.

Visita de la delegación sueva a la Mina Fortuna de Ademuz.

Otro triunfo para los promotores de esta restauración es el interés que ha levantado a nivel internacional: técnicos de la empresa estatal minera de Suecia, LKAB, y de la mina colombiana Cerrejón, propiedad de la multinacional Glencore, visitaron la restauración de la mina Fortuna en Ademuz donde aprendieron los principios de la restauración geomorfológica que ya están replicando en sus países.