La fosa de víctimas de Villar revela los restos de un piloto soviético

La nueva excavación en busca de los represaliados da con la tumba de un aviador ruso con insignias y objetos personales

Encuentran también la saca de los combatientes que podría contener a los 43 hombres caídos y hallan indicios de la posible fosa de los represaliados tras la guerra

Excavación en el cementerio municipal de Villar del Arzobispo en busca de la fosa de los represaliados.

Excavación en el cementerio municipal de Villar del Arzobispo en busca de la fosa de los represaliados. / L-EMV

Amparo Soria

Amparo Soria

La nueva excavación arqueológica llevada a cabo en Villar ha sido una casualidad tras otra. Han sido varios intentos en diferentes puntos del municipio por encontrar a los represaliados de la Guerra Civil en el municipio el 21 de junio de 1939. La ha promovido la asociación de familiares de estas víctimas a instancias de las fuentes orales que aún recuerdan dónde se desarrolló todo: tras haber excavado en el antiguo campo de fútbol de la Loma, los técnicos de Arqueo Antro se han puesto manos a la obra en el cementerio municipal, donde, a tenor de los hallazgos, podrían estar allí. Ahora bien, en el camino emprendido por encontrarles, se han destapado tres soterramientos más: el de un piloto de aviación soviético, el que podría ser del maqui Adolfo Pastor Jarque y una saca con combatientes republicanos inhumados que, según los archivos municipales, asciende a 42 personas. 

Sin embargo, las familias de las víctimas represaliadas una vez concluida la guerra civil aún tendrán que esperar un poco más. «En el último momento de la excavación se ha localizado una nueva fosa, sobre la que hay que ser prudentes, pues pese a que podría tratarse de los represaliados, hasta que no se pueda investigar no podemos confirmarlo», explica la técnica de Gestión Cultural y Patrimonio de Villar del Arzobispo,Sandra Mínguez. 

Así que, a falta de estudiar en profundidad los restos de las personas inhumadas, los trabajos se han centrado en estudiar con detenimiento la primera víctima encontrada, un piloto de aviación soviético enterrado de forma individual. Todo indica que sería un combatiente por la República de origen ruso, y en sus restos se han diagnosticado politraumatismos en cráneo, húmero derecho, piernas y pies, heridas habituales en los pilotos cuando su aparato se estrellaba. Cabe destacar que en la Serranía y Camp de Túria existía una amplia red de aeródromos pero no eran tantos los que tenían suficiente capacidad como para que despegaran los bombarderos rusos. Los ‘Natasha’ o ‘Katiuskas’, estos últimos llamados oficialmente Polikarpov, sí podían volar desde Villar, con gran tiro de pista y por eso este hallazgo, entre los historiadores, no es del todo sorprendente. 

Insignia soviética que llevaba el piloto enterrado en el cementerio.

Insignia soviética que llevaba el piloto enterrado en el cementerio. / L-EMV

El memorialista y especialista en la Guerra Civil, Matías Alonso, explica que el de Villar era uno de los aeropuertos más importantes de la zona. «Además, los Polikarpov tenían poca autonomía, tal como alzaban el vuelo se habían quedado vacíos de combustible y eso obligó a construir pistas de despegue en toda la Serranía, cerca del frente».En este sentido,Alonso cree que la casualidad de haber encontrado a este combatiente ruso y anónimo no deja dudas de que se trataba de uno de los voluntarios que llegaron a defender la República de España y que, como tantos otros, no han sido reclamados ni por sus familias ni por sus estados.

Los objetos encontrados certifican el origen

Con el piloto había una serie de objetos que aseguran su origen. Se ha encontrado una estrella roja de cinco puntas bordada en la solapa de una chaqueta y una insignia de solapa de los Especialistas en Armamentos de la Aviación Republicana de la Guerra Civil Española, hecha por la Asociación de Aviadores de la República en plata y esmalte. También han perdurado los botones de metal que llevaban los uniformes de la aviación republicana así como una alianza, una pluma estilográfica y una caja de cerillas.

Otro hecho diferencial de este caso es su inhumación. Contra la tónica habitual de la contienda, no se le enterró en una fosa común. «Los aviadores eran inhumados habitualmente entre ciertos honores. Se les vestía con sus uniformes de cuero, con sus insignias, y habitualmente solos como señal de respeto, el pueblo les rendía cierto homenaje», dice Alonso. «Hay otros, como el que apareció en Barracas, o los dos pilotos franceses enterrados en Chiva que se estrellaron en Valdelinares», apunta el memorialista. 

Una férula kramer encontrada en los restos de un combatiente. Solo se usaba en contextos militares para la rápida soldadura de huesos.

Una férula kramer encontrada en los restos de un combatiente. Solo se usaba en contextos militares para la rápida soldadura de huesos. / L-EMV

He ahí otra cuestión: se desconoce por qué este piloto ruso fue enterrado en Villar, ya que no hay testimonios de que se produjera ningún accidente aéreo más allá del de Higueruelas, también documentado. Sin embargo, habitualmente los pilotos eran enterrados donde tenían su base, por lo que todo hace pensar que este ruso estaba instalado en Villar, 

Para Alonso, este hallazgo pone en evidencia de nuevo la falta de respeto de los estados por sus ciudadanos. «Ni Rusia ni Francia han querido saber nada más de sus hombres», y muchos de los que llegaron a luchar con la República fueron represaliados al volver: «A Rusia no le interesaba mucho tener personas que hubieran estado luchando por la democracia y la libertad en otro lugar», explica. 

Incógnitas por resolver

Junto al piloto soviético había otra fosa. Se trata de un hombre y se cree que podía estar ingresado en el Hospital de Campaña de Villar. Era joven y sus restos presentan un politraumatismo perimortem, es decir, en torno al momento de su muerte, en el fémur derecho, tal vez por una posible amputación. En la misma pierna pero en la zona inferior llevaba una férula Kramer, un dispositivo metálico que permite la inmovilización temporal de una extremidad y que se usaba en los conflictos militares para situaciones de urgencia. Con él han aparecido los botones del uniforme militar y una mina de lápiz. 

El tercer individuo encontrado es el maqui Adolfo Pastor Jarque que fue asesinado en 1947, casi diez años después de que terminara la contienda. Era de Santa Cruz de Moya y fue represaliado por la Guardia Civil. 

Queda ahora por identificar los restos de la gran fosa de combatientes encontrada, donde podrían estar 42 hombres de cuya identidad hay constancia gracias a su paso por el Hospital de Campaña. Después, quedará otro reto: saber si la siguiente fosa es la de los hombres represaliados por el régimen que sus familias esperan encontrar desde hace 80 años.