No falta nada para que llegue el 22 de diciembre y se celebre el Sorteo Extraordinario de la Lotería de Navidad, uno de los acontecimientos más esperados del año. El aura mística que rodea a este día tan especial es más que evidente; nadie quiere perder la oportunidad de coronarse ganador el día de la pedrea navideña. 

Los niños de San Ildefonso están calentando sus cuerdas vocales y todos los que han comprado un décimo están haciendo lo posible por atraer la buena suerte a base de rituales. Algunos por creencia y otros por si acaso, deciden frotar el décimo en el vientre de una embarazada, o hacerlo en el lomo de un gato negro. 

Cada cual decide prepararse para que le toque la Lotería de Navidad de la manera que cada uno desea. Lo principal, claro está, es pagar un décimo. Sólamente así podemos adentrarnos en la curiosidad de la buenaventura y llevarnos a casa el Gordo.

Si hay algo que genera interés en los jugadores del Sorteo de Navidad, es que la mañana del 22 de diciembre todo transcurra como la seda, sin incidentes ni problemas de ningún tipo. Estamos acostumbrados a encender el televisor y verlo todo preparado en el Teatro Real de Madrid: los bombos, los niños, los que custodian las llaves, etcétera. 

Pero ¿quién vigila que todo se desarrolle correctamente? ¿Que no se altere ninguna bola ni ningún bombo? 

Los bombos y las bolas de la Lotería de Navidad: vigilados y seguros

Las medidas de seguridad del Sorteo de Navidad se encuentran estrechamente ligadas a lo que vigilan: un juego que reparte 2.240 millones de euros. Los bombos, cuyo sistema se utilizó por primera vez en 1888, permanecen guardados bajo llave y custodiados por dos vigilantes armados, además del sistema de seguridad del Teatro Real.

En cuanto a las bolas, que contienen los números del 0 al 999.999 son clasificadas desde hace cuatro meses, y cada sorteo son guardadas en unos arcones. Un día antes de la celebración del sorteo, estas bolas se cuentan y se comprueban públicamente.

Las bolas que contienen los números premiados: precintadas, desprecintadas y cantadas

El personal de auditoría se encarga de desprecintar las bolas, comprobar que no haya habido ningún percance y las vuelve a precintar hasta el 22 de diciembre. 

A su vez, los niños de San Ildefonso realizan un ensayo general -utilizando unas bolas alternativas- para que el día del sorteo las 1.807 bolas de premios y los números agraciados se escuchen por todo el país. 

El sorteo comienza cuando uno de los niños extrae la primera bola del bombo de números -que contiene 100.000 bolas, numeradas del 0 al 999.999- y otro hace lo mismo con el bombo de premios.