La Granadella íntima del tío Català, "la marà", el Sur y los primeros bikinis

¿Quién no conoce la Granadella? Es una de las calas más bellas del Mediterráneo. Aquí han rodado películas Bruce Willis, Henry Cavill (el actor que encarna a Superman) o Sigourney Weaver. Es famosa también porque en verano se cierra al tráfico para evitar la masificación y se baja en trenecito. Además, en septiembre de 2016, un terrible incendio devastó la montaña de la Granadella. El fuego llegó a la cala. Las imágenes dieron la vuelta al mundo.

Pero hay una Granadella íntima. La cala de Xàbia esconde historias de carabineros (quedan las ruinas del cuartel de este cuerpo dedicado a perseguir el contrabando), de pescadores, de agricultores que domesticaban este agreste litoral con muros de piedra en seco o de pioneros del turismo. Esa Granadella desconocida sale ahora a la luz. La familia Estalrich, que hace 60 años abrió el bar Sur, entonces un chiringuito con techado de cañizo, ha rescatado fotos antiguas que ha expuesto en las paredes del nuevo restaurante Sur. Este negocio, pionero del turismo en Xàbia, tiene también su historia. Primero fue un modestísimo local al que acudían los turistas franceses, auténticos descubridores de la cala. Las primeras bañistas en bikini llamaban la atención de los pescadores, que se les acercaban tocando la guitarra. Hay fotos de fuerte contraste costumbrista. Mujeres de Xàbia vestidas de negro y con faldas hasta los pies se refrescan en el mar, mientras las turistas francesas y suecas se tuestan al sol y se zambullen ataviadas con su dos piezas.

El matrimonio de Ximo, quien ahora tiene 89 años, y de María abrió el chiringuito que en 1974 ya se convirtió en restaurante. Estaba en dominio público. Costas lo demolió el 22 de marzo de 2002. Pero los hijos de los fundadores, los hermanos Quico, Ana y José, ya habían comprado las últimas casas de la avenida del tío Català, donde trasladaron el Sur, hoy una de las referencias gastronómicas de Xàbia y la Marina Alta (excelentes el bull amb ceba, el sangatxo o las gambetas amb bleda).

Entre las fotos, hay una del tío Català, un carabinero que agasajaba a quien se «perdía» por la Granadella con arroces o guisos de pescado. También hay imágenes de la tradición perdida de la marà. Las familias, tras las fiestas de Sant Joan, cogían el carro y se iban a pasar unos días al mar (en este caso a la Granadella). Volvían al pueblo para la vendimia del moscatel.

Las fiestas en la Granadella eran antológicas. Las fotos transmiten una alegría sencilla y luminosa. Bastaba una guitarra para que se armara una buena. Hubo veranos en los que incluso se soltaron vaquillas. Aquellos primeros turistas franceses celebraban en el Sur con los pescadores y las familias el 14 de julio.

También están las fotos de los desastres que han golpeado la cala, sobre todo, incendios y riadas ( l'aiguà del 57 fue catastrófica). Los hermanos se estremecen cuando evocan el gran incendio del año 2000. El Sur dio refugio durante toda la noche a 82 personas. Estaban atrapadas en la cala. El fuego y el humo impedían incluso evacuarlas por mar.

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