La palabra de Dios también se escucha en ruso en Altea. Debajo de la urbanización Altea Hills, junto al desvío de la carretera N-332 hacia esta urbanización y el puerto deportivo Campomames, con vistas al mar se alza majestuosamente el primer templo de España de la Iglesia Ortodoxa Rusa con sus brillantes cúpulas doradas. La primera piedra del templo se colocó en noviembre de 2002 en una parcela de 4.000 m 2 cedida por el consistorio por 20 años. Feligreses ortodoxos acuden semanalmente desde diferentes pueblos de la Comunitat Valenciana.

El templo, dedicado al Arcángel Sant Miquel, está elaborado completamente de madera traída expresamente de los Urales. Todo es ruso: vidrieras, mosaicos y frescos, aunque las campanas instaladas a 33 metros de altura en sus cinco cúpulas de cebolla cubiertas de panes de oro de Moscú, se fabricaron en Valladolid. Y los trabajadores, también fueron rusos. Igual que el mecenas del templo, el promotor inmobiliario Mikhail Vera Bosco, que diseñó el edificio conforme a un proyecto del siglo XVII utilizado por algunas iglesias del norte de Rusia, convirtiendo este templo en un edificio único en toda Europa. En València se elaboró el altar definitivo con grabados también procedentes de Rusia, y el interior del edificio principal, con planta de cruz griega, está listo para acoger frescos en sus paredes.

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La iglesia ortodoxa de Altea, un lugar de encuentro para olvidar la guerra LEVANTE-EMV

La iglesia ortodoxa rusa es más conservadora que la griega y surgió con fuerza tras la caída del comunismo. En España es una de las prácticas más minoritarias y sus seguidores se centran en algunas poblaciones turísticas de la Costa del Sol (Marbella) y la Costa Blanca (Torrevieja y Altea). Lo normal es que se celebren los oficios en plantas bajas (en Madrid y Barcelona, también). Y eso también pasó en Altea durante años hasta que se levantó templo con capacidad para un centenar de fieles.

A pocos metros del mar

La iglesia ortodoxa de Altea se encuentra entre árboles a pocos metros del mar. Cada semana, los fieles de esta religión acuden al templo a rezar y a pedir por los suyos. Pero desde que la guerra contra Ucrania comenzó, este lugar se ha convertido en un punto de encuentro no solo entre creyentes sino entre ciudadanos de ambos países que intentan por un momento olvidar el dolor por el conflicto bélico a más de 3.000 kilómetros.

La misa arranca temprano. Poco a poco, los fieles van llegando al templo, una iglesia levantada en 2007 y ubicada junto a Altea Hills, lugar de residencia de muchos ciudadanos rusos. El templo del Arcángel San Miguel, es una réplica exacta de una iglesia ortodoxa característica del siglo XVII, realizada con materiales traídos desde la región de los Urales. Las mujeres tapan sus cabezas con pañuelos en señal de respeto y las velas se encienden en varios lugares del edificio. El acto religioso se extiende entre canciones del coro y rezos.

Las mujeres tapan sus cabezas con pañuelos en señal de respeto y las velas se encienden en varios lugares del edificio

«A este templo vienen ortodoxos de todas las nacionalidades», explica uno de los hombres. Ucranianos y rusos se juntan con rumanos, griegos o españoles. Cualquiera que rece a esta religión es bienvenido en el lugar donde hablar de la guerra es casi imposible cuando se pregunta qué opinan del conflicto.

«Es una cuestión de política mundial», afirma uno de los fieles. «Rezamos para que Dios la pare. Nosotros no podemos hacer nada, somos pequeños a su lado», añade. Esa fe es la que les permite un paréntesis estos días en los que el templo se ha convertido en un lugar «de respiro» y de pedir por familiares y amigos que están en Ucrania.