El Portitxol de Xàbia, viaje en el tiempo

Fondeadero histórico desde época fenicia, este litoral ha esquivado la especulación urbanística gracias a un pionero del ecologismo, Guillermo Pons

La costa virgen y todavía abancalada con viñedos en una imagen de 1974.

La costa virgen y todavía abancalada con viñedos en una imagen de 1974. / ARXIU DE XÀBIA

Alfons Padilla

Alfons Padilla

Los hallazgos arqueológicos han vuelto a poner en el mapa el litoral del Portitxol de Xàbia. Es un fondeadero histórico desde época fenicia. Alberga la concentración de anclas de todas las épocas más importante del Mediterráneo. Además, l’Illa del Portitxol, donde los arqueólogos de la Universitat d’Alacant han encontrado ahora estructuras romanas y posiblemente también bizantinas, se convertirá en un «arca de Noé» de flora y fauna. El Consell la ha incluido en las casi mil hectáreas de la Zona de Especial Conservación (ZEC) y Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) del LIC de «Penya-segats de la Marina».

Imagen aérea de 1960 del Portitxol; no se ve ni un chalé. | ARXIU DE XÀBIA

Imagen aérea de 1960 del Portitxol; no se ve ni un chalé. | ARXIU DE XÀBIA / alfons padilla. xàbia

Este litoral, que abraza lugares tan conocidos como la playa de la Barraca, la costa rocosa de Els Pallers, l’Escull o el Cap Prim o de Sant Martí, atesora una historia ancestral. Pero también hay fotografías más recientes que desvelan otro pasado, el de las viñas y la pasa y el del incipiente ecologismo en las décadas de 1960 y 1970. Las imágenes muestran los bancales de viñas y los muros de piedra seca. En l’Illa del Portitxol también hubo viñedos y se escaldó y secó al sol la pasa. Ahora en el Portitxol hay frondosas pinadas.

La costa de la Barraca y del Cap Negre está saturada en la actualidad de chalés. En las fotografías de los 60 y 70 apenas se ven construcciones. Eso sí, más de 100.000 metros cuadrados de la ladera del Cap Prim se han salvado de la especulación urbanística. Es uno de los pocos tramos vírgenes del litoral valenciano. Y fue gracias a Guillermo Pons, su propietario y un visionario del ecologismo. En 1999, el ayuntamiento inició los trámites para blindar esos terrenos (hasta entonces habían sido urbanizables). Hoy están protegidos. De los descendientes de Guillermo Pons es también la isla, que está llamada a convertirse en un santuario arqueológico y botánico.