El barbero de Benissa que hizo miles de fotos para buscar el silencio
Miguel Giner Ribes empezó a retratar la vida de su pueblo en los años 60 y se ha convertido en cronista gráfico de los cambios sociales y urbanísticos. Ahora se exponen 130 de sus instantáneas
A Miguel Giner Ribes lo conocen en Benissa como Miguel El Barber. No hay misterio. Ha sido su oficio hasta que cumplió 75 años. Y cuenta que muchos y muchos días llegaba a hacer jornadas de 17 horas. Las barberías son lugares de mucho palique. Miguel, cuando no trabajaba, buscaba el silencio. Lo encontró en la fotografía. Era el año 1962 y empezó con una máquina «bastante mala», confiesa. Podía disparar ocho fotos. Un fotógrafo profesional, Pepe Tur, quien ha cumplido ahora cien años, le vendió uno de sus equipos. Miguel El Barber se enganchó a la fotografía. En su casa, tenía un pequeño cuarto en el que revelaba. Acudía a las fiestas, a los acontecimientos sociales y retrataba la vida de su pueblo. Se convirtió sin quererlo en cronista gráfico. Disparó miles y miles de veces. Reveló una barbaridad de carretes. Regalaba las fotos.
Todos los vecinos sabían de su pasión por la fotografía. No hace mucho su hijo Juan Miguel empezó a digitalizar las fotos y a difundirlas en la página de facebook «les joies de Benissa». Triunfaron. La banda de música, la coral y la asociación de Moros y Cristianos pidieron que se le homenajeara. El pasado 9 de junio el ayuntamiento le concedió la medalla al mérito ciudadano. Fue entonces cuando el alcalde, Arturo Poquet, ya le avanzó a Miguel Giner que podría organizarse una gran exposición con una selección de sus fotografías. «Yo no lo veía posible. Pensé que era una broma», afirmó el viernes este fotógrafo aficionado. Pero ha llegado la muestra. Se exponen 130 instantáneas magníficas. Es la punta del iceberg. Juan Miguel ha digitalizado más de 4.000 y afirma que hay otras tantas en negativos.
La mirada de Miguel Giner es muy especial. Se «sumerge» en las fiestas y en todo lo que pasa en Benissa y sabe captar la esencia. Él destaca que siempre intenta captar la espontaneidad y naturalidad de los cientos y cientos de vecinos (ha fotografiado a varias generaciones) que pasan por delante de su objetivo. «Todas son fotos robadas», advierte.
También inmortalizó una Benissa que ha cambiado radicalmente. Las fotos del litoral sin chalés son bellísimas. A través de sus imágenes, se ve la evolución urbanística del municipio. Miguel dice que ha fotografiado cientos de veces el Carrer Calp, desde el que se atisba el Penyal d’Ifac. Ha sabido observar e inmortalizar cómo cambiaba Benissa y el mundo (las modas, la sociedad, las tradiciones que se han ido perdiendo).
En los años 80, ya no llevaba la cámara de fotos en ristre. Se pasó al vídeo. Le tocó la lotería y con la mitad del premio se compró un equipo que le costó 250.000 pesetas de la época. Las películas, las primeras de Super 8, son otro tesoro de este lúcido cronista gráfico. Fotos y vídeos dan para que Benissa cree un valiosísimo archivo audiovisual. Su historia desde los años 60 está exhaustiva y maravillosamente documentada. Miguel El Barber ha observado cómo cambiaba su pueblo a través de esa cámara que le daba el silencio.
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