La cala de la Granadella de Xàbia pasa de 2.500 coches al día en agosto a 700 ahora

«Hay vehículos aparcados hasta arriba, pero ya no es la locura de hace unas semanas», comentan los vigilantes de la barrera

La tasa antimasificación sigue en vigor los fines de semana

Coches aparcados en el zigzag de la calle Pic Tort que sube por la ladera de la cala. | A. P. F.

Coches aparcados en el zigzag de la calle Pic Tort que sube por la ladera de la cala. | A. P. F. / alfons padilla. xàbia

alfons padilla. xàbia

Antes era un diluvio y ahora es un chaparrón. La metáfora sirve para explicar la transformación que ha experimentado en estos últimos días la cala de la Granadella de Xàbia. «Sí, todavía hay coches hasta arriba, pero ya no es la locura de agosto», afirma uno de los vigilantes de la empresa Vectalia (controlan el acceso en coche a esta cala, una de las más bellas y conocidas del litoral valenciano). «Hasta arriba» es hasta lo alto del zigzag de la empinada calle Pic Tort, que sube por la ladera de la cala. Las plazas de aparcamiento (de pago hasta el 10 de septiembre; la llamada tasa antimasificación de 9 euros) están en un extremo de la calle.

Los vigilantes ponen negro sobre blanco el impacto de los coches en la Granadella. Los han contado. Aseguran que cada día de agosto unos 2.500 vehículos llegaban hasta la barrera del control de acceso. La mayoría se daban, claro, la vuelta. La barrera se bajaba sobre las 9 de la mañana. A esa hora ya no cabía un alfiler (un coche). De la barrera a la cala hay dos kilómetros y medio. A los bañistas les tocaba caminar carretera abajo con los bártulos a cuestas (a veces incluso con kayaks y tablas de paddle surf).

Los vigilantes han vivido situaciones de mucha tensión

  • Los vigilantes han vivido situaciones de mucha tensión

Los vigilantes que controlan el acceso en coche a la cala de la Granadella revelan que este verano han vivido situaciones de mucha tensión. Afirman que han llegado a temer por su integridad física. Señalan que hay bañistas que no quieren entender que la cala está masificada de coches y que se baja la barrera dado que ya no cabe ni un vehículo más. Primero dicen que vienen de lejísimos (de Barcelona, Bilbao, Sevilla...). Los vigilantes aseguran que incluso han sufrido intentos de atropello. Hay turistas (los menos, eso sí) que, en lugar de relajarse, se sulfuran y montan la marimorena. Ahora, en septiembre, los vigilantes ya respiran más aliviados.

Esta semana ya se ha notado que la cala está más liberada de coches. No se baja la barrera. Hay rotación de aparcamiento. Si se acude a media mañana, toca aparcar allá arriba, en el quinto pino, pero siempre se encuentra una plaza. Los vigilantes precisan que ahora están llegando cada día entre 600 y 700 coches. «Y son muchos, pero no hay ni punto de comparación con la presión de agosto», señala el vigilante antes citado.

La Granadella es otra historia en septiembre. La tasa antimasificación, la de apoquinar por aparcar, sigue ahora en vigor los fines de semana.