La alfombra roja se traslada a la cala de la Barraca de Xàbia

La playa, ahora tranquila tras la masificación del verano, se convierte en escenario de anuncios

Una modelo con un espectacular vestido rojo posa para el fotógrafo

Una modelo con un espectacular vestido rojo posa para el fotógrafo / A. P. F.

Alfons Padilla

Alfons Padilla

No solo se ven espectaculares vestidos de cola en la alfombra roja de los Globos de Oro (o en la de los Oscars, otros festivales de cine y saraos varios). La cala de la Barraca no es precisamente una mullida alfombra. Caminar por los cantos rodados resulta más complicado. Pero allí también se ven estilismos de alfombra roja.

Esta cala, atestada en verano, también tiene trajín (trajín sin agobios) en invierno. Un día cualquiera (por ejemplo, un viernes 12 de enero de tibio sol y brisa heladora) la Barraca ofrece espectáculos imprevistos. El observador paciente puede disfrutar de lo lindo.

La cala se ha convertido en escenario de campañas de moda y de grabación de anuncios. No es extraño encontrar a modelos posando con vestidos vaporosos y ligeros. No le pegan a la estación. Pero la moda no se atiene al calendario meteorológico. Va por libre.

Sí, un día cualquiera se puede asistir al espectáculo de una modelo que porta un vestido rojo con mucho vuelo y una cola larguísima. El rojo contrasta con el esmeralda del mar y el celeste del cielo. Los gijarros blancos todavía hacen que resalte más el vestido.

La luminosa cala de la Barraca, en invierno

La luminosa cala de la Barraca, en invierno / A. P. F.

Poco antes, un bañista desafía al frío y se zambulle. El agua está ahora más fría que en todo el año. El desabrido vientecillo tampoco invita a darse un chapuzón. Pero el bañista ni titubea ni tirita. Se baña con su perro. Lo hace como si fuera pleno agosto. Y sin muchedumbre.

Así es la Barraca en invierno. Siempre hay intríngulis. Es en verano y con el bullicio turístico cuando esta cala resulta previsible y un punto tediosa. Ahora es un gozo para los espectadores pacientes.