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Esquivel

Por el otro cambio

París tuvo el mayo del 68 y España se transformó en los ochenta, ¡ay! los ochenta. Durante el mismo año despegó el espectáculo más rompedor a la hora de ponerse el rock por montera con Miguel Ríos de protagonista, aunque la multitudinaria gira en la que se gritó «capullo queremos un hijo tuyo» fue en la de Felipe. La suerte estaba echada. El españolito decidió combatir la amenaza de las sombras chinescas siempre al acecho con un decidido paso adelante. Aquel atractivo abogado laboralista no podía representar un peligro y una sociedad tantas veces timorata se dio a sí misma un electroshock. Nada menos que un presidente socialista.

Le votó todo quisque, incluido un buen porrón de los que a no tardar defenderían ideas opuestas algunos de los cuales lo ha reconocido con el paso del tiempo. Fue una identificación única producida por un anhelo colectivo: el de ser normales, que aquí cuesta lo suyo. Hay pocos analistas que disientan de que aquella hornada de dirigentes trajo con sus respectivos equipos la modernización del país, algo de lo que el sin par Alfonso Guerra alertó con su habitual perspicacia: «El día que nos vayamos, a España no la va a conocer ni la madre que la parió». Con el paso de las legislaturas, a ellos tampoco. El comandante en jefe de la generación de Suresnes fue dejando en el camino a la fila que lo llevó a dirigir los designios hasta rematar la faena con el inseparable número 2 clausurando así su periplo activista que cautivó a la concurrencia para pasarse al otro lado en el que cultivar un mayor dominio de la cosa junto a magnates de toda clase y condición, alejado de la fragancia de la pana que lo puso en el pedestal.

Son otros 40 años. Incidimos en ciclos perversos con dosis de frentismo propia de la casa. Lo consigna el hispanista Benoît Pellistrandi: «España no tiene un relato nacional consensuado... Está la crisis catalana y la lucha a muerte entre los dos grandes partidos, que anda cargándose el legado de la Constitución del 78 a costa del Estado». Y lo que rondaré, morena.

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