la atalaya

Justicia intergeneracional

Justicia intergeneracional

Justicia intergeneracional / Ester Oliveras Economista. Vicerrectora de Compromiso Social de la Universitat Pompeu Fabra

Ester Oliveras

Ester Oliveras

Nuestros abuelos hablaban, o no, de las pérdidas sufridas durante la guerra. Nuestras madres, de la miseria de la posguerra. A cada generación le toca vivir acontecimientos sociales y económicos que la marcan y la acaban definiendo. En este sentido, los ‘baby-boomers’ que crecieron con ‘Marco’ y ‘Mazinger Z’, y que se van jubilando, han tenido bastante suerte. Períodos largos de progreso económico, no exentos de crisis económicas pero suficientemente espaciadas, acompañados por la instauración de la democracia, la entrada en la Unión Europea, y el desarrollo del Estado del bienestar. Pero, ¿qué ha pasado con las generaciones posteriores? ¿Qué futuro tienen?

Las personas jóvenes no lo están teniendo fácil. Hemos sufrido duras crisis en poco tiempo, períodos de elevado paro juvenil, precariedad, sueldos bajos, y un difícil acceso a la vivienda que retarda excesivamente la emancipación y la formación de una familia. En una encuesta reciente, los y las jóvenes prevén que su calidad de vida será inferior a la de sus padres. Y, aunque es solamente una percepción, hay indicadores objetivos que confirman que será así. Se ha demostrado que, en una trayectoria vital, las vivencias de infancia y juventud tienen un efecto mucho más profundo que otras etapas vitales, y que pueden tener consecuencias para el resto de la vida. Por ejemplo, una transición al mercado laboral en plena crisis puede marcar la progresión salarial a la baja, en comparación a aquellos que empiezan a trabajar en un período de bonanza económica.

Imaginemos que estos jóvenes consiguen emanciparse y cierta estabilidad laboral. En la siguiente etapa vital, se encontrarán con una sociedad envejecida de ‘baby-boomers’, con una esperanza de vida alargándose a pasos agigantados –posiblemente, con grandes dependencias– que requerirán de una gran proporción del gasto público. No solamente hablamos de pensiones, sino también de asistencia sanitaria y del tiempo de cuidados de personas mayores, que recae principalmente en mujeres. Se está construyendo una pirámide demográfica con más personas dependientes que contribuyentes, y ello supondrá una carga enorme para las generaciones venideras. La parte positiva es que, con una mirada más larga, esto no deja de ser una situación transitoria. En unas pocas décadas, los ‘baby-boomers’ seremos historia.

Pero no se puede decir lo mismo de las condiciones en las que dejaremos el planeta. La concentración de los niveles de CO2, la contaminación del mar, la escasez de agua potable, el aumento de la temperatura, la pérdida de biodiversidad, o el agotamiento de los recursos naturales, no tienen marcha atrás. Y el horizonte para la posible recuperación y regeneración es de siglos y no de décadas.

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