ágora

Examen

Ximo Puig

Ximo Puig

Son días de exámenes. En las aulas y en las urnas. Quedan siete días para la evaluación. No sería elegante pedir el voto aquí; no es el espacio. Prefiero compartir una reflexión general surgida de una frase. La pronuncié en mi investidura como president hace ocho años. «No puedo garantizar que todos los valencianos tengan éxito en su vida, pero me comprometo a hacer que tengan las mayores oportunidades para conseguir ese éxito». Recuerdo bien aquel momento. Un tiempo de debacle moral. No se me borra aquella frase insultante con nuestro pueblo: «La corrupción, como la paella, en ningún sitio se hace como en Valencia». Tomaban la parte por el todo. Una injusticia con esta sociedad honrada a la que nunca le han regalado nada. Tampoco he olvidado los rostros de las víctimas del metro. La manipulación informativa en sesión continua. Los recortes, los copagos sociales, la exclusión sanitaria a los nuevos valencianos. Los 300.000 empleos destruidos en ocho años. Los miles de jóvenes que emigraban. El menosprecio al valenciano. La división.

No se puede elegir sin memoria, decía Paca Aguirre. Pero aquel fue un tiempo, también, para la ilusión. Elegí esa palabra: Oportunidades. Quise poner el foco ahí. Y ahí hemos situado el eje de la acción. Con 450.000 nuevos empleos creados en estos ocho años. La política de justicia social que ha ayudado a vivir mejor a la mayoría. Con libros de texto gratis para medio millón de alumnos y transporte gratuito para todos los jóvenes. Triplicando la ayuda a la dependencia y garantizando la educación sin coste desde los 2 años. Atrayendo aquí, con reputación y solvencia, la mayor inversión industrial de la historia de España: la Fórmula 1 pasaba de largo con escándalos; la factoría de Volkswagen, como la de Ford, permanecerán. Es la política que, en el peor momento de nuestras vidas, ha protegido la vida de los valencianos con orgullo. Porque aquí no se discutió si valía más una vida o una cerveza.

Ahora, mientras unos intentan correr cortinas de humo al grito de Bildu para esconder su falta de proyecto para la Comunitat Valenciana, otros intentamos impulsar nuevas oportunidades que sigan facilitando la vida diaria. Ayudas para ir al dentista y cambiarse las gafas. Mejor atención para el cáncer de mama y el cribado de cáncer de colon. Nuevas líneas de metro. Familias numerosas de 2 hijos. En definitiva, la política útil, la de cada día. Así se va a los exámenes. Con memoria y con proyecto. No con farsas.

Otra mirada.

Abre el telediario. Varios minutos encadenados de declaraciones políticas. Ataques, gritos, pupilas encendidas. Después de la secuencia, suena una frase: «Cuatro mujeres asesinadas por sus parejas o exparejas en el mes de mayo». ¿Qué está fallando? En la sociedad, en la política, en los medios.

#Moment.

Arriben les paperetes a casa. Les de tots els partits. En una d’elles veig 144 anys d’història. Un segle i mig de dictadures, exilis, paredons de Paterna, clandestinitat, atacs terroristes, democràcia, autogovern, europeisme, modernitat. Tocar eixa papereta és sentir el pes de tanta gent al darrere, de tantes il·lusions per davant.

Un entre tants.

El dimarts venien al Palau de la Generalitat els pilotaris, amb el campió Puchol II al front: ja comença el campionat individual. A l’endemà venien els tenistes de la Copa Davis que acollirà València, amb David Ferrer i Anabel Medina com a capitans de la selecció espanyola. Pilota i Davis: tot té cabuda. Sobretot, els valors d’eixos tres esportistes de Vinalesa, de Xàbia, de Torrent. Puchol II em va fer recordar a Ismael Vidal. Com a pilotari, als trinquets li deien «Fageca»: el nom del seu poble, de cent habitants. Hui, amb 36 anys, és el seu alcalde. Va lluitar contra l’incendi de la Vall d’Ebo. Ho va donar tot pels seus veïns. L’examen més important amb la nota més alta: l’estima per la teua terra, per la teua gent.