Espíritu Ranieri en el 17J

Vicent Chilet

Vicent Chilet

Empapado de lluvia y llorando como un niño, me gusta pensar que Claudio Ranieri obra de vez en cuando milagros para que nosotros, aquí en Mestalla, recordemos que siempre hay un camino de regreso. Una vida más allá de Meriton, una vía de escape para liberarnos, contarnos las cicatrices y reconstruirnos. En Leicester o Cagliari, con un título de Liga o un ascenso, Claudio nos dice que esa misma senda que abrió a machetazos rescatando a Mendieta y el Piojo sigue ahí, aunque haya quedado sepultada por los escombros de nuestros últimos diez años (en realidad son casi veinte) de vida delirante.

Su pócima no ha perdido propiedades, como los botes de tomate en conserva de casa de los padres. Recetas de seriedad y tradición contra los multiprocesados productos del fútbol moderno. Chándal, silbato y juego directo para resucitar a un muerto, como ha vuelto a comprobar Mendilibar para sorpresa de nadie. En 1998, Ranieri sentó las bases de un equipo que dejase de ser autocomplaciente. Se le llamó revolución, pero fue la instauración de rectos hábitos de entrenamiento, alimentación, descanso y contragolpes punzantes. Una cultura de trabajo que sería intensificada por Héctor Cúper y perfeccionada a nivel táctico por Rafa Benítez.

Una fórmula que, para acabar trascendiendo, necesita de un club con ambición y estructura. El mismo Ranieri comprobó en su vuelta en 2005 que cuando la línea recta se destensa, el desmoronamiento es inevitable. Porque Ranieri no sólo enseña caminos de regreso con equipos milagrosos, también que el camino es largo y por momentos poco grato, como en su paso por el Fulham, Watford, la selección griega o en su revival de Mestalla. Marcelino o Bordalás, arquitectos de equipos armados desde el respeto a la costumbre como los de Claudio, han comprobado con Peter Lim que un método no basta si el club viaja en dirección contraria, o flotando como un satélite averiado y sin garantías. Y sin embargo, la filosofía es irrenunciable, porque es la justa y honesta. Y porque sin esa base nada existe.

El trabajo de LibertadVCF bebe de esa honestidad callada de tipos como Ranieri, de fidelidades inquebrantables como las de Antonio Ribes y una vida siguiendo al Mestalleta. Exactamente igual que sucede con los entrenadores, para que un día su acción de oposición acabe siendo exitosa necesitará que acompañen el resto de vientos. En este caso, con la intervención de actores políticos y financieros (y judiciales) que escuchen el clamor y reviertan el dominio accionarial que asfixia al centenario Valencia CF. Desconozco si la manifestación del 17 de junio será mayoritaria o un pinchazo. Hay muchas variables que condicionan el éxito de la convocatoria. A las puertas del verano y con las reservas emocionales destrozadas tras una temporada agotadora, la fotografía del momento no es tan fiable. Tardará más o menos, pero en la defensa del club hay un único camino. Con ese espíritu seguimos, aunque la recompensa no vuelva a aparecer hasta cumplidos los 70, llorando bajo un diluvio en Bari.