El caminante

Oda a la libertad

Manuel Muñoz Cosme

Manuel Muñoz Cosme

El 9 de noviembre de 1989 se abrieron los pasos entre las dos zonas de Berlín y una multitud de alemanes del este pasaba a la zona oeste, donde eran recibidos con champán y flores. Muchos saltaron sobre el muro y este empezó a ser derribado. Era el punto culminante del desmoronamiento de los regímenes comunistas de Europa, que suponía el fin del aislamiento y la división de Alemania tras la Segunda Guerra Mundial.

El 25 de diciembre de ese mismo año, el director, compositor y pianista norteamericano Leonard Bernstein dirigía en la Konzerthaus de Berlín la Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven. La orquesta estaba formada para la ocasión por músicos procedentes de las de la Radiodifusión Bávara, la Staatskapelle de Dresde, la del Teatro Kirov de Leningrado (hoy San Petersburgo) y la Sinfónica de Londres.

Los cantantes procedían de los coros de las radios de Baviera y Berlín y del infantil de la Philharmonie de Dresde. La soprano del cuarteto solista era la estadounidense June Anderson, que cantó en Valencia el 25 de marzo del año siguiente y con la que tuve ocasión de comentar la retransmisión, en la que se vio a Bernstein dirigir con lágrimas en los ojos.

Para esa interpretación, en la Oda a la alegría de Schiller que se canta, Ode an die Freude en alemán, la palabra Freude había sido sustituida por Freiheit (libertad), de manera que el concierto fue denominado Ode an die Freiheit (Oda a la libertad). La iniciativa de ese acontecimiento es propia del carácter entusiasta, extrovertido y amante de la libertad de Bernstein, que moriría menos de un año después, el 14 de octubre de 1990 de un infarto cuando contaba 72 años.

Próximos a cumplirse 33 de su desaparición, podemos recordar al compositor de musicales tan populares como West Side Story y On the Town, de la banda sonora de On the Waterfront (La ley de silencio) de Elia Kazan, entre otras muchas obras.

También fue un magnífico comunicador. Sus 53 entregas de Conciertos para jóvenes, difundidos por la CBS (1958-72), siguen siendo un ejemplo insuperado de divulgación musical. Como director, Bernstein promovió la moda Mahler al grabar en 1966 una integral de sus sinfonías con la Filarmónica de Nueva York, que está en el sello Sony. Tiene otra grabación posterior, de principios de los setenta, también en formato DVD, con Filarmónica de Viena, Sinfónica de Londres y Filarmónica de Israel, que es muy interesante (DGG). Especialmente la Segunda, Resurrección, en la bella catedral de Ely (Inglaterra), de la que ofrece una interpretación estremecedora.

En sus últimos años Bernstein exploró compositores que no había frecuentado como Wagner, de quien grabó para Philips un lentísimo Tristan Und Isolde, con Radiodifusión Bávara, Peter Hofmann y Hildegard Behrens (1981). Está en Blu-ray en el sello Cmajor. De Bruckner registró a principios de 1990 su inconclusa y última Novena sinfonía con Filarmónica de Viena (DGG). En esa emotiva grabación parecen fundirse los testamentos musicales de compositor y director.

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