Cine

No es Indy para jóvenes

Elena Neira

Elena Neira

La quinta y última entrega de las aventuras del célebre arqueólogo, estrenada hace más de un mes, era una de las grandes apuestas de Hollywood, que buscaba replicar la fórmula de éxito de Top Gun: Maverick. La película protagonizada por Tom Cruise confirmó en 2022 que era posible triunfar con una secuela dirigida a un público bastante mayor y seducir, al mismo tiempo, a las audiencias jóvenes. Con este Indy se ha querido lograr algo parecido: un tándem entre lo antiguo (el profesor Jones, recién jubilado) y lo nuevo (su ahijada Helena, que interpreta Phoebe Waller-Bridge) para recuperar la Anticitera de Arquímedes, un dispositivo capaz de abrir brechas en el espacio-tiempo. El resultado ha sido bien distinto. 

La entrega anterior, Indiana Jones y la calavera de cristal, consiguió recaudar cerca de 800 millones de dólares en todo el mundo, a pesar de las duras críticas que recibió por parte de público y crítica, de ahí que Hollywood se viniese muy arriba con la quinta parte. Tal vez demasiado. La taquilla ha respondido con una bofetada de realidad, reafirmando algo que, por desgracia, se ha vuelto muy habitual: no se puede dar el éxito de una propiedad intelectual por sentado. Indiana Jones y el dial del destino, cuyos costes de producción y promoción rondan los 400 millones de dólares, había recaudado 307 millones en todo el mundo durante las tres primeras semanas de exhibición. Y las perspectivas a corto plazo no son demasiado optimistas. La caída que está experimentando en la taquilla semana a semana aleja todavía más la posibilidad de que consiga recuperar lo invertido. La cascada de ‘blockbusters’ que han llegado después (entre ellos, una nueva entrega de Misión: Imposible, el huracán Barbie y Oppenheimer, de Christopher Nolan) se lo van a poner muy difícil. 

Yo, que descubría a Indiana Jones en los 80, salí de ver esta entrega borracha de nostalgia y con cierta sensación de alivio porque, a diferencia de la anterior, me gustó. Tiene todos los peros que uno quiera ponerle, pero si uno está dispuesto a dejarse llevar y disfrutar, será capaz de reconocer en el ahora anciano Ford al mismo Indy que corría como alma que lleva el diablo para evitar ser aplastado por una roca en En busca del arca perdida. Tiene todo lo que le puedes pedir a una película de Indiana Jones. Tal vez en exceso. 

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El gran revés no ha sido que Spielberg no estuviese tras la cámara, ni la pésima crítica de la película precedente ni que su paso por Cannes fuese demasiado pronto o la acogida de la crítica un tanto tibia. El verdadero problema de Indiana Jones y el dial del destino radica en el tipo de público por el que ha apostado. Se lo ha jugado todo a un segmento demográfico complicado: las personas más mayores, esas que tras la pandemia parecía que se resistían a volver a las salas pero que se han animado a hacerlo por el doctor Jones. Pero un ‘blockbuster’ necesita a los jóvenes para ser un éxito incontestable, y ahí la cinta patinó. Más allá de una coprotagonista con gancho como icono ‘millennial’, la película se obceca en el homenaje al núcleo duro de su ‘fandom’. Los que vieron las primeras películas en los ochenta han vuelto a las salas para satisfacer la curiosidad de si un Ford ochentón conseguirá desenvolverse con el látigo. Y ha aprobado con nota. Pero entre los más jóvenes a la película le ha faltado gancho. A falta de un elemento que, de forma indiscutible, conecte la historia con ellos (como sí hacía Maverick con la presentación de una nueva generación de ídolos del aire), el atractivo del homenaje pierde gran parte de su valor y, por extensión, afecta al boca a boca, reduciendo al mínimo el incentivo de ir a verla al cine. 

Quedan muchos estrenos por llegar a las salas y seguro que alguno más también conseguirá reventar la taquilla. Cuando eso suceda nadie recordará las películas que pudieron ser éxitos rotundos y se quedaron a mitad de camino. El verdadero problema es que, si Indiana Jones no ha sido capaz de convertir en oro la taquilla, a Hollywood le quedan cada vez menos apuestas seguras.