Ágora

La culpa y el miedo tienen que cambiar de bando…

Gabriela Moriana

Gabriela Moriana

Como otras muchas personas, me quedé flipada cuando vi el comportamiento del presidente de la Real Federación Española de Fútbol Luis Rubiales con una de las campeonas del mundo, Jenni Hermoso, en la entrega de las medallas; pero también, con ese gesto tan inapropiado y machista en la tribuna de autoridades. Enseguida pensé que tenía que escribir algo al respecto. Después, fueron apareciendo multitud de artículos en los medios de comunicación y consideré que ya estaba todo dicho y muy bien dicho y me dediqué a leer lo que se publicaba, a difundir información a través del WhatsApp, a firmar peticiones solicitando la dimisión de Rubiales y a seguir los acontecimientos a través de la prensa y de la televisión.

Desde el principio pensé que no es un caso aislado, que se llama patriarcado y que dada la respuesta de Rubiales, que en lugar de disculparse, primero manifestó que: «Es un pico de dos amigos celebrando algo, no hagamos caso a los tontos y a los idiotas», como si no se tratase de una relación jerárquica y de poder; después, se disculpó de forma prácticamente obligatoria, como muy bien señaló y empezó a implicar a la jugadora, diciendo que no había mala intención por ninguna de las dos partes y, finalmente, ya pasó a culpabilizarla a ella directamente. Así, me di cuenta de que se trataba, como ya se ha dicho en distintas declaraciones y artículos de prensa, de un machista y abusador de manual. Revictimizar a las mujeres que sufren violencia es una de las estrategias que utilizan los patriarcados para disuadirlas de contar los malos tratos que han vivido y de denunciarlos. De hecho, muchas mujeres que han sufrido violencia han dicho que, incluso, han llegado a sentirse peor después de denunciar lo que les ha pasado. Ese es, por ejemplo, el caso de Ana Vidu, que cuando era estudiante fue acosada sexualmente por un catedrático de la Universidad de Barcelona y como ella mismo manifestó: «Me preguntaron más por mi vida sexual que por el catedrático que denunciaba».

A las mujeres se las considera manipuladoras y mentirosas y, sobre todo, culpables: por provocar, por llevar minifalda, por beber alcohol, por salir o ir solas a ciertas horas… Y ellas son las que tienen que recibir el castigo y sufrir las consecuencias si no mantienen el silencio y denuncian los malos tratos. Así, Nevenka Fernández, una de las primeras mujeres en España que logró que condenasen a un político, al alcalde de Ponferrada por acoso sexual, tuvo que dejar de ser concejala, alejarse de su familia, pueblo y país. Al igual que las mujeres que sufren violencia por parte de sus parejas y exparejas que, supuestamente, para ser protegidas tienen que ser institucionalizadas en las casas de acogida, perdiendo su libertad y alejándose con su descendencia de sus contextos y redes sociales, como si no tuviesen derecho a ser protegidas en sus casas y que sea a los agresores a los que se aísle y pierdan la libertad, porque son los que han cometido los delitos. La culpa tiene que cambiar de bando…

Otra estrategia patriarcal, además de la de culpabilizar y castigar a las mujeres, es la de la socialización en el miedo, así se nos ha educado. Las madres, con intención de proteger a sus hijas, siempre les han dicho y dicen que tienen que tener cuidado… Pero, siguiendo los mandatos patriarcales aunque sea de forma inconsciente, nunca han dicho ni dicen a sus hijos que no pueden agredir ni hacer daño a las mujeres. De esta manera, son ellas las que tienen que perder su libertad para no ser agredidas. Varias generaciones de mujeres sufrimos un miedo terrible y perdimos libertad como consecuencia del dolorosísimo caso de las Niñas de Alcàsser. El miedo tiene que cambiar de bando…

Algunos hombres siguen maltratando a las mujeres porque no se les ha socializado ni se les ha educado en igualdad, el patriarcado les ha dado permiso para cosificar a las mujeres y apropiarse de ellas cuando quieran. Además, cuando no lo consiguen deciden morir matando y, como el orden de los factores sí altera el producto, por favor, que se maten primero si no pueden o no quieren vivir en la igualdad y el respeto que todas las personas necesitan y merecen, por el bien de las mujeres, de las criaturas y de la sociedad en general. ¡Porque Jenni Hermoso somos todas y la culpa y el miedo tienen que cambiar de bando!

P.D. Enhorabuena a Jenni Hermoso y a las Campeonas del Mundo por todo lo que nos habéis dado. «Se acabó».