ágora
La ofensa de olvidar
«Me gusta tanto la palabra recuerdo. Es una palabra verde, jugosa. Mana sin cesar hilitos de agua fría». Habla Lorca, calla la estulticia. Olvidar es necesario pero, a menudo, quien olvida, traiciona. Todo en uno. Olvidar es un ejercicio múltiple, multifacético e incluso contradictorio. «Escribir es olvidar», se ensaña Pessoa.
Olvidar. Olvidar para no morir cada día. O, más que olvidar, distraer la mente, secundar los aguijonazos, mentir unos segundos al recuerdo. Uno no olvida a una madre. Muere con ella y después se miente cada día. Olvidar (sin olvidar) como necesidad.
Pero después está el olvido que es ofensa, el olvido que es ignominia. «Nunca pensé que el mundo nos olvidaría tan rápido», clama una afgana entrevistada estos días. Olvidar para proteger el status quo, los privilegios, el orden del poder. Olvidar como sinónimo de indiferencia, olvidar para ser cómplice del asesinato de los derechos humanos. «41 migrantes mueren en un naufragio cerca de la isla italiana de Lampedusa».
Una noticia de hace unas semanas que no hubiese sido posible si el mundo y las autoridades responsables no hubiesen olvidado los 368 migrantes, en su mayoría eritreos, muertos en 2013 ¿Como se puede olvidar el cuerpo inerte de Aylan Kurdi, de apenas tres años, varado en las playas turcas?
Si ese recuerdo siguiese vivo y la culpabilidad corroyese por dentro a más de uno se tomarían medidas que evitarían nuevas muertes. Pero olvidamos es fácil. Y el olvido, si algo es, es la muerte por duplicado.
Acumulamos recuerdos sin comprender que demasiada memoria quizá son olvidos. La delgada línea la marca el compromiso. Miles de fotografía, miles de videos, miles de noticias.
Sin la pausa que permite el papel, se difuminan en megabytes sobre los que rara vez se vuelve. La hegemonía del presente, la dictadura de la renovación constante. Acumulamos olvidos. No ejercitamos la memoria.
O está fotografiado o no lo hemos vivido. O nos lo recuerdan los medios o lo olvidamos, faltos de compromiso. Y los medios olvidan por interés. Quien enfoca, manipula. Cada noticia es un olvido paralelo.
Quiero pensar que las miles de fotos y videos que tengo de mi hijo (y que yo no tuve) le reportarán consciencia sobre sí mismo. Quizá se conciba diferente por tener memoria «fotográfica», entiéndaseme, de un momento de la vida, los primeros años, que de lo contrario se perderían por la incapacidad biológica de recordar.
Espero que él crezca en una sociedad que sepa hacerlo, eso de recordar, que haga de la memoria un acto de respeto, que no olvide ni de dónde viene, ni sus privilegios. Que no olvide a quien, lejos de los focos, sigue pasándolo mal. Que no ofenda con su olvido. Hijo nunca ofendas con tu olvido.
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