Demasiados errores con las mujeres

La derrota de ETA enseña que a la violencia se le empieza a ganar con unidad (política y social), arrinconando cada vez más a la minoría violenta, y con una maquinaria policial poderosa. En la violencia machista falta una y otra. Y además es más compleja.

Minuto de silencio en las Corts para condenar los últimos casos de violencia machista con pancartas distintas.

Minuto de silencio en las Corts para condenar los últimos casos de violencia machista con pancartas distintas. / Miguel Ángel Montesinos

Alfons Garcia

Alfons Garcia

Ganar el futuro nunca ha sido un camino de única dirección. Hay idas y venidas, encrucijadas en las que es fácil extraviarse y semáforos que paran el tiempo. Pienso en las mujeres. Es una obviedad a la vista de la evolución de los tiempos que el futuro va a ser más igualitario, pero el último año, en este país, se ha llenado de obstáculos. La guerra del fútbol va a marcar un antes y un después en la conciencia ciudadana de la igualdad, que es algo distinta de la que se cuece en los foros políticos, pero los últimos meses han sido de demasiadas rupturas.

El futuro está por llegar y la realidad hoy es que la violencia hacia las mujeres no mengua. La cifra de asesinatos machistas es similar a la de los últimos años. El problema no cesa y no ayuda que esté envuelto hoy de una mayor división social y política. 

La ley del 'solo sí es sí' del Gobierno de PSOE y Podemos está a punto de cumplir un año de vigencia y lo que deja en este tiempo es una exacerbación de la guerra por las rebajas de penas, una grieta que ha profundizado las distancias, en las que pesa mucho también el protagonismo de una extrema derecha que ha asentado una de sus señas de identidad sobre la amenaza que algunos han sentido ante el avance feminista. 

La última fase de este proceso de alejamiento es una guerra de pancartas que algo dice. Porque es parecido, pero no es lo mismo decir ‘No a la violencia contra las mujeres’ que ‘No a la violencia machista’ como han impuesto PP y Vox en las Corts Valencianes. El primer lema condena, sí, pero el segundo va más allá e incluye con claridad, sin elipsis, al culpable de las agresiones (al machismo). ¿Es la primera pancarta inaceptable? No. No es la mejor, pero no. Entra en juego entonces la política, la voluntad de consenso. Y lo que se está viendo en los últimos tiempos en unas y otras es demasiado interés por el interés partidista, por acentuar lo que separa

La realidad es que hasta hace unos meses, ante las Corts, cuando se producía un asesinato machista, se veía a los representantes de la mayor parte de la sociedad valenciana tras un mensaje (No a la violencia machista) y a un lado, apartados, a unos pocos de Vox. Ahora hay dos pancartas, una de PP y Vox (aliados de gobierno, lo que obliga a puentes de entendimiento) y otra de la izquierda. La conclusión tras esta batalla de pancartas es clara: hay mayor división política. Y eso es un fracaso.

La derrota de ETA enseña que a la violencia se le empieza a ganar con unidad (política y social), arrinconando cada vez más a la minoría violenta, y con una maquinaria policial poderosa. En la violencia machista falta una y otra. Y además es más compleja, porque detrás no hay un ideario nacionalista, hay una cultura. Rafael Chirbes dijo que la cultura es la construcción del código que te permite entender el mundo. Y una superioridad engrasada por siglos de liturgia y falsa normalidad no se desmonta en dos noches, pero costará mucho más mientras falte unidad. Y en eso hemos ido hacia atrás. 

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