Artículos de broma

Un escáner de cuerpo entero

Javier Cuervo

Javier Cuervo

Como maniquí en el escaparate principal de los grandes almacenes virtuales de la frivolidad de consumo millonario, la industria le ha puesto a Kim Kardashian un escáner de cuerpo entero para que se meta dentro, escuche inmóvil sus martillazos metálicos durante un rato y, cuando salga, le ofrezcan un retrato anatómico de pies a cabeza y un diagnóstico órgano a órgano. No es que te encuentres mal y un médico solicite esa prueba que detecta tumores, aneurismas, esclerosis múltiple y otras enfermedades; lo que Kardashian vende es que hagas un escáner anual. Los médicos desaconsejan está práctica inútil, pero sólo los que no hacen negocio con ella.

La industria detrás del anuncio kardashiano copia de la automovilística el paso anual por los talleres para una revisión de mantenimiento en la que se levanta el capó, se escrutan los bajos y se cambian los líquidos. Esta vez nuestro cuerpo es el coche y el escáner, el ordenador al que lo conectan. Es otra medida de seguridad que produce inseguridad, una ansiedad inducida que se alivia al comprobar que todo está bien por una prueba diagnóstica que la medicina privada -para la que los enfermos imaginarios son tan lucrativos como los verdaderos- ofrece por una suma entre 1.000 y 2.500 dólares. A la libertad le gustan mucho las soluciones a problemas que no existen y que mueven la economía.

Los superricos pueden comprarse un escáner doméstico porque, aunque no les gustan las regulaciones ni los controles, tienen un afán de control y seguridad sobre los acontecimientos que no se da en la naturaleza ni en los negocios y en cuanto hay un movimiento inesperado, denuncian la inseguridad jurídica y reclaman el lucro cesante. Los superricos pueden instalar un escáner de cuerpo entero entre el supergimnasio y la superpiscina de su supercasa, según decida su decorador. Los que están un escalón debajo verían sus casas revalorizadas con un escáner para la comunidad de propietarios. Los demás siempre tendremos el termómetro en el botiquín casero. Treinta y seis y medio. Normal.

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