Las mujeres en Israel y la minifalda

Ana Bernal Triviño

Ana Bernal Triviño

Apartir de varias declaraciones se ha extendido el debate de que, si hay que definir a Israel y a Palestina, Israel es de los nuestros por un sistema político más similar al occidental pero, también, por la idea de que los derechos de las mujeres están más avanzados. Entre ellos, porque pueden usar minifalda.

No entro en el fango del ruido, ni en zascas ni ataques. Tampoco en alabanzas a ninguna religión. El Convenio de Estambul ya aclara que ni «la cultura, la religión o la tradición justifican actos de violencia» a las mujeres. Quien escribe aquí es más de la línea de Nawal el Saadawi, cuando decía que los textos sagrados del judaísmo, del islam y el cristianismo «oprimen a las mujeres, en mayor o menor medida». No tenemos que irnos muy lejos. En contra de nuestra ley, aquí siguen a las puertas de los centros abortivos grupos con rosarios y oraciones, subvencionados con dinero público.

Este espacio se me queda corto, pero se necesita un poco de contexto porque ni todo es tan bonito ni laico. En 2016 recordamos el debate sobre la prohibición de las minifaldas para las funcionarias en el parlamento de Israel. Y cuidado si pasas por un barrio ultraortodoxo, donde sus carteles advierten: «prohibido pasar con ropas ajustadas. Obligatorio falda larga».

La Corte Suprema fue la única que, hasta ahora, frenaba los retrocesos de derechos de las mujeres en Israel. Por eso, ellas encabezaron las protestas ante la reforma judicial de Netanyahu, en su Gobierno de ultraderecha extremista. El mismo que no ratificará el Convenio de Estambul, a pesar de subir los feminicidios un 50%. Hablan de Netanyahu como no muy religioso, pero él recurre a textos mesiánicos para justificar los ataques contra la población civil palestina (1 Samuel 15:3).

El texto del Comité Cedaw, de 2023, explica cómo la dominación religiosa del gobierno de Israel frena las libertades de las israelís, desde sus tribunales religiosos en el matrimonio a políticas de segregación de género en barrios ultraortodoxos. Siguen los autobuses que obligan a las ultraortodoxas a sentarse en la parte trasera, así como limitaciones en ropa y cabello e insultadas públicamente si incumplen las normas.

A la vez, el Comité explica cómo Israel impide a las palestinas acudir a tratamientos médicos, restringe sus derechos a la salud, al trabajo y a la educación, afecta a su desarrollo vital con la ocupación y los cortes de energía intencionados, además de los interrogatorios de soldados israelís con amenazas y acoso sexual. Esto se queda cortísimo para lo que padecen.

Y todo es de antes del 7 de octubre. Imaginen ahora dónde quedan sus derechos. Está claro que, sin perspectiva de género, la información es incompleta. Más compromiso real con los derechos de las mujeres y menos instrumentalización.

Si ahora las gazatís escucharan este debate aquí, tendrían todo el derecho a despreciarnos. Dónde queda una minifalda cuando abrazas y lloras a tu hijo asesinado por una bomba. Dónde queda una minifalda cuando te están matando. A ti, y a todo tu pueblo.