Tierra de nadie

Mucha suerte

Imagen del spot de la Lotería de Navidad

Imagen del spot de la Lotería de Navidad / RTVE

Juanjo Millás

Juanjo Millás

Leí hace años un libro sobre la importancia de la visualización para afrontar situaciones de la vida común de mortales como usted o como yo, pero también para la vida extraordinaria de individuos como Einstein, que descubrió la Teoría de la Relatividad Especial imaginando cómo vería uno el mundo si fuera capaz de viajar junto a un rayo de luz (y a 300.000 kilómetros por segundo, en consecuencia). ¿De qué forma afectaría esa velocidad a la percepción del tiempo y el espacio? Ahí lo tienen: el sabio se puso a fantasear y de la fantasía emergió una ley física que lo cambió todo. La ciencia es un territorio que debe mucho a la visualización, que tampoco es completamente ajena al delirio. Lo que ocurre con los electrones en el interior de un átomo tienes que alucinarlo antes de dar con la ecuación que lo demuestre.

Pero empezábamos refiriéndonos a los seres comunes. En el libro citado se decía que todos, sin ser conscientes de ello, «visualizamos», antes de que sucedan, situaciones a las que nos vemos abocados. Así, cuando uno se dirige en el autobús a una entrevista de trabajo, va imaginando las preguntas que le hará la persona encargada de la selección de personal y las respuestas con las que mejor puntuación lograría obtener. Conviene no confundir la visualización con el pensamiento mágico: la lotería no toca por más que uno se imagine recibiendo el Gordo de Navidad. La lotería toca cuando quiere ella, no cuando tú lo necesitas. No hay justicia alguna en el modo en el que reparte sus premios.

Pero si uno es capaz de representarse con cierto detalle cómo va a ser su lunes o su jueves un cuarto de hora antes de empezar la jornada, es posible que las cosas sucedan, en parte al menos, de acuerdo con lo fantaseado. Al principio, cuando se carece de práctica, las cosas no salen como imaginamos, pero a base de insistir se va conquistando un territorio extraño, un híbrido entre el deseo y la realidad que a veces cae del lado de aquel y a veces del lado de este. Lo importante es que, una vez hecho el descubrimiento, la realidad deja de comportarse como a ella le da la gana para devenir, unos días más que otros, en lo que preferiríamos nosotros. Y en eso es en lo que están algunos ahora, en visualizar que España se rompa para llegar a la Moncloa. Se precisa la creación de un grupo entrenado que visualice lo contrario. ¡A ver si es posible vivir tranquilos cuatro años! Suerte.

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